Atentos al paso del Señor: Cardenal Sandoval Iñiguez

Rebeca Ortega Camacho

Don Juan (1)

Después de las mañanitas entonadas por el mariachi, los presentes se dispusieron a la celebración de la Santa Misa. “Gracias por estar aquí para celebrar mi onomástico”, manifestó al comenzar la Celebración Eucarística el Cardenal Juan Sandoval.
En su homilía, el Arzobispo Emérito de Guadalajara, recordó que cuando nació, el 28 de marzo de 1933, se celebraba a San Juan de Capistrano, y sus padres, de acuerdo con el calendario, le pusieron ese nombre. Sin embargo, después del Concilio, la festividad de los santos cuyo natalicio caía dentro de la Cuaresma fue trasladada fuera de ella para festejarlos el día del aniversario de su muerte. Por esa razón, ahora se conmemora a San Juan de Capistrano el 23 de octubre,
  pues él murió un día como éste, del año 1456. “Hoy recordamos a San Juan de Capistrano, por eso tengo cumpleaños y santo, salgo ganando al asunto”, dijo muy alegre el Cardenal Sandoval Íñiguez.
También compartió, de memoria, la vida y obra de su Santo Patrono. “Hombre inteligente y recto, sumamente recto, hizo justicia y puso orden; todo iba bien y entonces, sus enemigos tomaron el mando y lo metieron a la cárcel de por vida, con 26 años. Estando en la cárcel tuvo una visión, se le apareció San Francisco de Asís y le dijo ‘vente con nosotros’; y a sus captores les dijo, ‘déjenme salir, tengo que salir para hacerme franciscano’, y lo dejaron salir con esa condición. Reformó la orden franciscana; era un gran intelectual, un gran predicador y escribió mucho sobre espiritualidad. Luego, el Papa lo mandó a aplacar una secta, cien años antes de Lutero, una secta que preparaba el camino de los luteranos.
“En el año 1453, los turcos acabaron con las cristiandades y se organizaron para invadir la Europa Cristiana, destruir el Imperio Austríaco y dominar Europa. Entonces, el Papa le dijo a Juan Capistrano, predica una Cruzada, que los príncipes católicos unan fuerzas para detener a los turcos, pero no quisieron. Como pudo, con unos cuantos soldados y campesinos, herreros, zapateros, les dijo ‘ustedes son cruzados’ y formó un ejercito de 50 mil gentes, poco entrenados. En la desembocadura del Danubio, ahí se plantó para detenerlos. Tuvieron la suerte, los cristianos, de prender todo el depósito de pólvora de los turcos y los hicieron correr. Después de ese triunfo, fueron a destapar tumbas, a despojar a los muertos, los que habían ganado, los cristianos, y dejaban los cadáveres expuestos; se vino una peste que mató más gente que la misma guerra y en esa peste murió Juan de Capistrano”, relató.

Atentos al paso del Señor
Posteriormente, comentó las lecturas del día. “La primera lectura se toma de San Pablo a los Efesios, habla de la reconciliación, de la paz que es Cristo Nuestro Señor. San Pablo dice, ‘en Cristo somos una sola cosa’.  En el cristianismo hay una fraternidad universal bien fundada, San Pablo lo expresa, ‘hay un solo Dios y Padre, una sola fe, un solo bautismo y un solo Espíritu que obra en todos’. También en nuestra patria tenemos la necesidad del respeto de unos por otros.
“El Evangelio nos habla de la vigilancia cristiana, para estar atentos al paso del Señor, que no significa sólo a la muerte; claro hay que estar siempre preparados para el encuentro del Señor. Creo que la venida del Señor significa algo más. El Señor viene constantemente a tu vida, con inspiraciones buenas, con oportunidades para hacer el bien. El paso del Señor en nuestra vida tiene muchos aspectos, en el sentir, en la atención a los demás, en la oración, es el paso del Señor, la Gracia del Espíritu para elevarte un poco de la tierra hacia tu Señor. Atentos al paso del Señor, porque no sabemos a qué hora vendrá”, concluyó.
La Eucaristía fue presidida por el Cardenal Juan Sandoval y concelebrada por Monseñor José de Jesús González Hernández, OFM, Obispo de la Prelatura del Nayar; José Luis Chávez Botello, Arzobispo Emérito de Antequera-Oaxaca; Monseñor Juan Humberto Gutiérrez Valencia, Obispo Auxiliar Emérito de Guadalajara y decenas de sacerdotes.
Al finalizar la Santa Misa, el Arzobispo Emérito de Guadalajara recibió felicitaciones y abrazos por parte de los presentes; y todos disfrutaron de un delicioso desayuno.

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