En medio de diversas informaciones de prensa al respecto, el director de la oficina de información de la Santa Sede, Greg Burke, precisó este 30 de octubre que “el Cardenal Pietro Parolin no se opone a la exhumación de Francisco Franco, así lo han decidido las autoridades competentes, pero en ningún momento se pronunció sobre el lugar de la inhumación”.
“Es cierto que la señora Carmen Calvo expresó su preocupación por la posible sepultura en la Catedral de la Almudena y su deseo de explorar otras alternativas, también a través del diálogo con la familia. Al Cardenal Secretario de Estado le pareció oportuna esta solución”, aseguró Burke.
Esta declaración de la oficina de información de la Santa Sede se produce después de que la Vicepresidenta de España asegurara a los periodistas en los pasillos del Congreso de los Diputados de Madrid que el Cardenal Parolin coincidía con ella en que los restos de Franco “no podrían terminar en la Almudena”.
El Valle de los Caídos se encuentra en la Sierra de Guadarrama, en el valle de Cuelgamuros, a 55 kilómetros de Madrid. Se construyó por deseo de Francisco Franco entre 1940 y 1958 como mausoleo propio y de quienes lucharon en la Guerra Civil española. Es un complejo arquitectónico que cuenta con una cruz -la más alta del mundo-, una escalinata, explanada, basílica y una abadía benedictina.
Franco fue enterrado allí tras su muerte en 1975, así como José Antonio Primo de Rivera, creador de la Falange, el partido político del que Franco era líder. Junto a ellos reposan los cuerpos de casi 34 mil combatientes de la Guerra Civil de ambos bandos.
Se trata de un monumento controversial, porque para sus detractores es un recuerdo del régimen franquista y la exaltación de la memoria de Franco.
El pasado mes de agosto, el gobierno socialista de Pedro Sánchez aprobó la exhumación del los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos, modificando la Ley de Memoria Histórica.
Desde el Arzobispado de Madrid se pidió que “no se implique a la Iglesia en disputas políticas” y subrayó que la inhumación “se debería hacer con el mayor consenso posible, particularmente entre el Gobierno y la familia del difunto”.
En ese comunicado, el Arzobispado de Madrid aseguró su “efectiva disposición para acoger en terreno sagrado los restos mortales de un bautizado”.
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