Por Modesto Lule MSP
Hace algunos años me invitaron a orar por un difunto al cementerio un día 2 de noviembre. Terminada la oración se me acerca otra persona al percatarse que soy misionero. Me pide que haga oración por su difunto, acepto y me conduce hasta el lugar donde está la sepultura. Al llegar noté que había unas quince personas.
Niños, jóvenes, adultos y ancianos. Algunos de ellos no se inmutaron al ver la presencia de un misionero con sotana, siguieron con su plática después de dar una vista de reojo. Su plática era acalorada, más por el alcohol que llevaban en sus venas que por el tema que estaban tratando. Las mujeres que se encontraban en el lugar se acercaron al verme y me tomaron de la mano para besarla. Los niños miraban atentos el momento sin dejar de pestañear.
Pregunté el nombre del difunto para después invitarlos a acercarse a todos. Los varones se hicieron sordos y seguían con su verbena. La señora de más edad se acercó a ellos para callarlos e invitarlos a hacer la oración. Cuando el ambiente era más propicio tomé el texto bíblico, lo proclame e hice una breve reflexión. A continuación hicimos todos las oraciones conocidas y los invite a tomarse de la mano en señal de unidad. Estaba a punto de terminar cuando uno de los briagos se acercó y me pidió que le rezáramos a la blanquita. Este es otro nombre que le dan a la “santa” muerte. Ahí en una tumba cerca tenían una figura de la “santa” muerte. Le dije que no podía hacer eso ya que no era ni santa ni era creencia de los católicos. El fulano se enfadó y dijo que también era su día y que no era justo que no le rezáramos. Intenté explicarle el origen de la falsa creencia y del error que cometían al tomarla como estandarte de su fe. Las señoras persuadieron al hombre para que no me hostigara. Yo tuve que retirarme al notar que era inapropiado hablarle de fe a esta persona en aquella situación.
Lo cierto es que muchos toman creencias de un lado y de otro como estar en un bufet espiritual sin darse cuenta de las cosas que les perjudican espiritualmente. Hace mucho tiempo ha aumentado la devoción a la “santa” muerte y muchos católicos le rinden culto de forma ciega y fanática. Esto incurre en la violación al primer mandamiento de la Ley de Dios y por lo tanto buscar ese culto lleva al pecado. El analfabetismo religioso nos lleva a la idolatría y la idolatría es una forma disfrazada de adorar al demonio. Las imágenes de la muerte representan las obras del demonio. Por lo tanto el que adora a la muerte, adora al demonio y sus obras. La Iglesia no ha aprobado nunca el culto a la “santa” muerte. Se debe tener cuidado porque existen falsos sacerdotes en algunos lugares que se hacen pasar por iglesias católicas y que dan culto a la muerte. Incluso en los lugares grandes donde tienen ese culto a satanás ofrecen sacramentos y los católicos que no están bien formados en su fe caen en el engaño además por las cosas tan cómodas como se las ofrecen. Los seguidores de este culto satánico festejan a la “blanquita” el 2 de noviembre como su fiesta principal.
La evangelización para la Iglesia se convierte en un reto todos los días. Ya no basta sólo con creer. Nuestra fe debe ser también razonada e investigar y estudiar lo que corresponde a las devociones propias de los católicos. La ignorancia es la peor arma para acabar con nuestras tradiciones y con nuestra fe. Debe de existir un compromiso en cada uno para conocer el origen de las fiestas y celebraciones en la Iglesia y no celebrar por celebrar. Al adquirir este sentido de compromiso y al compartirlo. Que el día de los fieles difuntos no lo mezclemos con el día de los muertos ni con el día de brujas y otras creencias. Oremos por nuestros fieles difuntos y busquemos conocer la doctrina de la Iglesia para corregirnos si andamos desviados.
Hasta la próxima.
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