Por esos años, en la Iglesia “se percibía un cierto cansancio en el funcionamiento de las estructuras centrales de gobierno, debido a la dificultad del cambio generacional, sobre todo en relación al Colegio de Cardenales, que tenía un número reducido: apenas 53, la mayoría muy ancianos, especialmente los que eran responsables de los dicasterios de la Curia Romana”, escribió el sacerdote e historiador español Vicente Cárcel Ortí.
En un artículo publicado el 27 de octubre en el diario del Vaticano, L’Osservatore Romano, titulado “¡Algo más que un Papa de transición!”, el experto explicó que el escaso número de cardenales se debía a que en su pontificado de casi 20 años, el predecesor de San Juan XXIII, el Papa Pío XII, solo convocó dos consistorios: uno en 1946 y otro en 1953.
“No debe sorprender entonces que un colegio electoral dominado por cardenales muy ancianos hubiera elegido a un Papa de 77 años para un pontificado de ‘transición’, luego de los 20 años de Pío XII”, precisó el historiador.
Pero esto “es cierto solo en parte, porque el pontificado de Juan XXIII, si bien breve porque duró cuatro años y medio, no puede ser definido como de transición, considerando que sorprendió al mundo e incidió profundamente en la vida de la Iglesia con una fuerza y una intensidad tal, que se le puede considerar tal vez como el pontificado que marcó un cambio completo en el camino de la Iglesia hacia el nuevo siglo”.
Esto fue posible “gracias a su intuición de convocar e inaugurar el Concilio Vaticano II, considerado unánimemente por los historiadores como el más grande evento vivido por la Iglesia desde el Concilio de Trento” que se realizó entre 1545 y 1563 en 25 sesiones.
En su discurso cuando inició su pontificado, San Juan XXIII resaltó que el rasgo fundamental para estar a la cabeza de la Iglesia “era la imagen evangélica del buen pastor, la única que verdaderamente se adaptaba a describir la misión papal que él puso bajo la protección de San Carlos Borromeo”, un santo italiano del siglo XVI que es además patrono de San Juan Pablo II.
El P. Cárcel Ortí explicó que el pontificado del “Papa Bueno”, como llamaban a San Juan XXIII, “no fue sino consecuencia lógica” de su querer ser el buen pastor de la Iglesia.
“El nuevo Papa se presentó al mundo como garante de la paz, porque era consciente de su naturaleza y de su misión universal, que le permitieron evitar los peligros y las sospechas del occidentalismo”.
En 1958 el Santo Padre presidió un consistorio para la creación de “cardenales que superó el número de 70, establecido por el Papa Sisto V, para incluir en el Sacro Colegio prelados de todas las nacionalidades”.
En ese consistorio fue creado cardenal Giovanni Battista Montini, quien años después sería San Pablo VI.
La vida de San Juan XXIII
Angelo Giuseppe Roncalli nació en Italia el 25 de noviembre de 1881. Ingresó desde muy joven al seminario y fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904, a la edad de 23 años. Fue consagrado obispo el 19 de marzo de 1925 para servir como diplomático de la Santa Sede.
En la Segunda Guerra Mundial, siendo Delegado Apostólico en Grecia y luego Nuncio en Francia, salvó a muchos judíos con ayuda del “visado de tránsito”.
En 1953 fue creado cardenal y a la muerte de Pío XII fue elegido Pontífice. Sus cualidades humanas y cristianas hicieron que se le llamara el “Papa Bueno”.
Escribió las famosas encíclicas “Pacem in terris” y “Mater et magistra” y convocó al Concilio Vaticano II que se realizó entre 1962 y 1968.
Falleció el 3 de junio de 1963. Fue beatificado por San Juan Pablo II en el año 2000. Posteriormente ambos fueron canonizados por el Papa Francisco en abril de 2014.
Vicente Cárcel Ortí es un historiador y sacerdote español, autor de diversas obras como “La persecución religiosa en España durante la segunda República (1931-1939)”, “Mártires españoles del siglo XX”, “Pío IX, pastor universal de la Iglesia”, “Juan XXIII. Biografía espiritual del Papa de la unidad y de la paz”, “Breve historia de la Iglesia en España”, entre otras.
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