Magdala inaugura la “Avenida de los bienhechores”

Aproximadamente tres mil bienhechores han colaborado en el Proyecto Magdala, un complejo en Tierra Santa, cada vez más visitado por creyentes y no creyentes, interesados en conocer –a través de una zona arqueológica recién descubierta- cómo era la vida en el Mar de Galilea en tiempos de Jesús.

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A manera de agradecimiento a estas personas por su generosidad, este lunes 25 de noviembre fue inaugurada la “Avenida de los bienhechores”, ubicada en la parte sur del complejo, entre el sitio arqueológico y la Casa de Peregrinos, también recién inaugurada.

La “Avenida de los bienhechores” corre prácticamente desde la entrada principal hasta la iglesia Duc in Altum, y en cuyos costados -y más adelante también en el piso- se pueden observar placas de piedra con los nombres grabados de algunas familias o personas que han colaborado económicamente para el desarrollo del proyecto.

Placas de piedra con nombres grabados

Placas de piedra con nombres grabados

Justo a la mitad de la avenida se encuentra un busto del empresario Antonino Fernández (Q.E.P.D), quien fue uno de los principales benefactores, pues entre otras cosas, financió la compra del primer terreno de lo que es hoy este complejo. El camino concluye con dos esculturas que muestran a María Magdalena ofreciendo pan a Jesús, en un gesto de generosidad.

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Al inaugurar este espacio, el padre Juan María Solana, director del Proyecto Magdala, aseguró que la “Avenida de los bienhechores” tiene como finalidad agradecer a ellos, pero también que la gente que visite el lugar se dé cuenta que todo ha sido “hecho por amor a Dios, a Cristo, a la Iglesia, a María Magdalena, e incluso, al arte, pero siempre por amor”.

En el acto también se bendijeron dos “primeras piedras”, una para el Centro de Visitantes y otra para la Casa de Sacerdotes; para todos aquellos que “quieran vivir un tiempo de fraternidad, de renovación o de descanso”, apuntó el padre Solana.

El P. Eduardo Robles Gil, director general de los Legionarios de Cristo -quién fue el responsable de asperger el agua bendita sobre las placas, esculturas y primeras piedras­- explicó a los presentes el sentido de la bendición.

“Bendecir algo es pedir la protección de Dios para que haga lo que nosotros no podemos hacer. Dios antecede, acompaña y perfecciona los actos humanos. Dios nos da una idea, nos ayuda en el camino, y de repente, hicimos más de lo que podíamos hacer, porque Dios lo bendijo. Eso es lo que pedimos que haga en este momento”.

Tras explicar que las esculturas de Jesús y la Magdalena, donadas por el artista mexicano Carlos Terrés, representan el encuentro, el sacerdote también se refirió a la esperanza que deben generar las “primeras piedras” bendecidas.

Esculturas de Jesús y la Magdalena, obra de Torrés

“Cuando vamos por las carreteras de México, vemos casas con cuatro varillas y un casco al revés en la punta para que no se oxiden. Esas varillas son un monumento a la esperanza, porque en México las casas se construyen de cuartito en cuartito, y se dejan las varillas salidas para el segundo piso. Lo mismo pasa aquí. Las primeras piedras son un monumento a la esperanza. Bendecir una piedra es confiar en Dios de que en algún momento habrá en Magdala un Centro de Visitantes y una Casa para Sacerdotes”, dijo.

El gran bienhechor

Por su parte, luego de develar, junto con su esposa, una escultura de don Antonino Fernández, el Sr. Luis Manuel Sánchez, representante de la familia Fernández, aseguró que el empresario no sólo tomó el Proyecto Magdala como propio, sino como el más importante de su vida espiritual.

Busto de don Antonino Fernández

Busto de don Antonino Fernández

Y al leer un mensaje del ingeniero Carlos Fernández, sobrino de don Antonino, dijo: “Hace unos años, un sueño se comentó, y hoy es toda una realidad como fruto de trabajo, sacrificio, voluntariado, benefactores y, sobre todo, el deseo de Dios de hacer de este lugar un pedacito de Cielo en la tierra”.

“Esta inauguración –continuó- es para nosotros motivo de gran júbilo, y en nombre de la familia Fernández González, y muy particularmente de don Antonino Fernández, que en paz descanse, felicitamos a todos por este logro, y más aún, les damos las gracias por haber sido -desde el padre Juan y los ángeles que lo acompañan- los artífices para hacer cumplir lo que sin duda ha sido una obra de Dios”.

Por la tarde noche, durante una cena, arquitectos y artistas hablaron de las obras y retos que ha tenido el Proyecto Magdala. Los exponentes fueron los arquitectos Ranin Nakhleh-Khoury y su hermano Nassim Nakhleh; el maestro Daniel Cariola, pintor del cuadro “El encuentro”; María Jesús Ortiz de Fernández, artista de los diseños del jardín, mosaico y de las capillas Dic in Altum, capilla Virgen de Guadalupe y altar de la barca, y los directores de construcción Beatriz León, Alejandro Taboada y Eduardo Guerrero.


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