Voló al Cielo el canónigo Antonio González Cornejo

Pbro. Tomás de Híjar Ornelas
Cronista de la Arquidiócesis

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La mañana del domingo 21 de mayo, en el Santuario de San José de Gracia de Guadalajara, tuvo lugar la misa exequial del muy ilustre señor canónigo don Antonio González Cornejo, fallecido dos días antes en su último domicilio, del Albergue Trinitario Sacerdotal. Tapatío, tenía al morir 89 años de edad y 65 de ministerio presbiteral.
Representando al señor arzobispo don José Francisco Robles Ortega, de visita pastoral en la zona norte de Jalisco, el señor obispo auxiliar don Juan Humberto Gutiérrez Valencia presidió la misa, acompañado por once concelebrantes, cada uno de los cuáles representó, de alguna forma, el largo y fecundo ministerio del recién fallecido: por parte del Capítulo Catedralicio, su Presidente, don David González Reynoso; el Secretario de esa corporación, don Pedro Ortega Pelayo y el rector de la Catedral, don Valentín Durán; por parte de las Congregaciones Marianas de ese Santuario, al que sirvió por muchos años, su actual director, don Enrique González González; monseñor Rubén Darío Rivera Sahagún y el Vicario Judicial y congregante, don Luis Heliodoro Salcedo Morales; representando al ambiente académico e intelectual, del rector de la Universidad del Valle de Atemajac, don Francisco Ramírez Yáñez y el fundador y director del Instituto de Ciencias Teológicas, don Luis Alfonso Zepeda Martín del Campo; el secretario del Decanato del Sagrario Metropolitano, don Alfredo de los Santos Algaba y al Seminario Conciliar de Guadalajara, el bibliotecario y profesor del mismo, autor de estas líneas. También se hizo presente el presbítero Luis Lauro Esparza Ovalle.
SIERVO BUENO Y FIEL
La homilía estuvo a cargo del señor Cura Zepeda, el cual enfatizó la promesa de Jesús, al tiempo de despedirse de sus discípulos en la última cena, que no los dejaría huérfanos, según lo atestigua el evangelio de San Juan. Hizo luego alusión directa al recién fallecido, subrayando su profunda devoción mariana, especialmente en la advocación de Nuestra Señora de Zapopan, celestial patrona de la arquidiócesis tapatía.
Antes de impartir su bendición, el señor obispo Gutiérrez Valencia transmitió a la asamblea, que abarrotaba el templo, cuyas bancas fueron insuficientes para acoger a todos los que la compusieron, el mensaje de solidaridad del arzobispo Robles Ortega a los dolientes del fallecido.
Por su parte, el rector del Santuario de San José de Gracia, que convalece de una cirugía y no obstante eso estuvo presente, dio su pésame al hermano de don Antonio, único familiar directo que le sobrevive, el eminente médico don Salvador González Cornejo, catedrático de la Universidad de Guadalajara, al que rodeaban sus allegados. También reconoció la inmensa caridad que tuvo para don Antonio en su postrera enfermedad, el congregante mariano Sergio Ramírez Delgadillo, que lo asistió hasta el final con mucha abnegación y sentido cristiano. Por último, indicó que los restos de don Antonio serían sepultados ese día en el Parque Funeral Colonias, donde el Cabildo Eclesiástico tiene una cripta.

ALGUNAS REMEMBRANZAS
El que esto escribe sucedió en la atención de la Biblioteca del Seminario Mayor a don Antonio González, quien estuvo al frente de la misma durante muchos años. Antes de eso, durante seis años le apoyé como auxiliar durante mi paso por esa Casa de estudios, por ello me consta que el señor González Cornejo era un intelectual de cepa.
Formado en la Universidad Gregoriana –donde fue condiscípulo del teólogo Hans Küng- y en la Escuela Bíblica de Jerusalén, esperaba con ansia las novedades científicas que se iban publicando en las numerosas revistas especializadas que arriban a esa biblioteca, procedentes de todo el mundo, y era él capaz de leer en latín, griego, hebreo, alemán, inglés, francés e italiano.
No obstante sus profundos conocimientos, empleados principalmente en el ejercicio docente en el Seminario, del que fue prefecto general y de estudios, su humildad y su obediencia, no menos que su espíritu fraterno sacerdotal, le llevaron a rehuir cuidadosamente foros y escenarios públicos.
Ocupó muchos años, hasta fechas cercanas, un sitial en el cabildo Eclesiástico, colegio que un tiempo presidió. Descanse en paz.

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