Mons. Gänswein dijo que celebró la Navidad y el Año Nuevo con Benedicto XVI en el monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano.
“Rezo diariamente la Liturgia de las Horas con el Papa Emérito Benedicto y también el Rosario. Una cantidad considerable de mi tiempo está reservado a la oración”, indicó.
“Todo sacerdote, todo obispo, incluso el Papa, reza no solo por él mismo, sino por la gente confiada a él. También y especialmente por aquellos que no quieren o no pueden rezar”, añadió.
En la entrevista, Mons. Gänswein habló también sobre los desafíos del año que acabó. “Estoy agradecido con Dios de que el 2020 finalmente haya terminado”, señaló, y dijo que Roma ha veces ha estado “extrañamente tranquila” durante la pandemia de coronavirus COVID-19.
El Prelado es también prefecto de la Casa Pontificia, pero ha estado de permiso desde febrero para poder dedicar su tiempo exclusivamente a Benedicto XVI como su secretario personal.
Desde la elección del Papa Francisco en 2013, Mons. Gänswein ha trabajado en ambos cargos, hasta que el estrés pasó factura. El Arzobispo sufrió de una pérdida de audición aguda en 2017 y ahora vive con un caso severo de tinnitus. A fines de enero de 2020, el Papa Francisco le informó a Mons. Gänswein que debería dedicar su tiempo y energía por completo a su rol como secretario del Papa Emérito.
“Para este propósito me liberó de mi servicio en la prefectura. Mis deberes ahí han sido reasignados por un periodo indefinido”, dijo.
Tras un tratamiento por problemas de riñón en septiembre de 2020, dijo, ha tenido una “reunión clarificante, muy fortificante y alentadora con el Papa Francisco” sobre la decisión de ser removido del servicio activo como Prefecto.
Mons. Gänswein subrayó que él sabía que la disposición del Papa Francisco no era ninguna clase de “castigo”.
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