“Realmente me convertí de protestante a católica a través de los hermosos escritos de los Padres de la Iglesia, al estudiar la liturgia, al estudiar la Misa Eucarística, lo que significa, y al encontrar tanta belleza en las Sagradas Escrituras. Fue ortodoxo; era una teología tan hermosa que finalmente no me quedó ningún argumento para no estar con la Iglesia Católica”, contó Heil al National Catholic Register.
“Perdí mis argumentos al estudiar la propia teología de la Iglesia, y luego comencé a tener hambre de los sacramentos, a participar de la Eucaristía. Fue entonces cuando me di cuenta de que la única forma en que voy a disfrutar plenamente de lo que estoy aprendiendo sobre la Iglesia es realmente entrar en la Iglesia”, continuó.
Barbara Heil, confirmada en la Iglesia Católica en 2013, es una misionera que se encarga de difundir las enseñanzas fundamentales de la Iglesia Católica a la mayor cantidad de personas posible a través de conferencias y seminarios web en todo el mundo. Recientemente, participó como oradora destacada del Congreso Eucarístico Internacional.
Al referirse sobre su salto de fe, reveló que tuvo “que renunciar a todo de lo que formaba parte, porque estaba involucrada en un ministerio de tiempo completo en la iglesia protestante”.
“No entendieron por qué me estaba convirtiendo en católica, así que tuve que renunciar a todo y luego formar parte de una parroquia católica”, dijo.
Heil también contó que no entró a la Iglesia gracias a católicos que la ayudaron en su camino de conversión, sino por haber estudiado mucho las enseñanzas de la Iglesia.
“Así que cuando llegué a la parroquia no conocía a nadie y, además, me di cuenta que había estudiado las enseñanzas de la Iglesia más que las personas del lugar, por lo que no fue fácil al principio”, contó.
Sin embargo, aclaró que, en su camino de conversión, fue “absolutamente central el encuentro que tuve con Cristo en la Eucaristía muchos años antes de entrar en la Iglesia”.
“Tuve ese encuentro. Entonces supe que Jesús estaba allí, incluso más que muchos católicos. Entonces, cuando vengo a Misa, soy una gran adoradora. Voy mucho a la adoración (…) así que sé que estoy con Cristo y también sé que Cristo está conmigo. No lo dejo cuando dejo la Iglesia: Él va conmigo; Él está conmigo; Él está en mí; me alimenta de sí mismo dándome su Cuerpo y su Sangre. Y es real”, dijo.
Heil explica que cuando evangeliza no le preocupa “tratar de convencer a alguien de que tengo razón”.
“Lo llevo en oración conmigo y permito que Dios ministre su corazón. Y una vez que te hayas encontrado con Jesús, nunca volverás atrás. Por eso quiero animar a buscar al Señor; pregúntale al Señor; comience a pedir [en oración] al Señor. Simplemente reza; todos pueden rezar. Y lea las Escrituras y vea lo que dice Jesús mismo”.
Heil aseguró al Register que Dios le ha encomendado seguir compartiendo su fe, y por ello se dedica a hacer “muchas conferencias, muchos retiros, doy clases en Zoom [videoconferencia] en línea”.
“No sé cómo lo hizo el Señor, pero casi de inmediato la gente quiso escuchar lo que tenía que decir. Enseño las Escrituras y oro con la gente”, dijo.
Aseguró también que en la Iglesia “necesitamos más gente enseñando, más catequesis y no solo cosas filosóficas secas”.
“Desde que entré en la Iglesia, he visto muchos ministerios comenzando a surgir, de laicos y personas en el sacerdocio y hermanas. Han asumido esa carga de compartir con nuestro prójimo cuál es nuestra fe. Esto es lo que enseñan los santos, estas son las enseñanzas de mi Iglesia, esto es lo que dice la Escritura, y cuando tenemos ese encuentro profundo con Dios, nos convertimos en todo lo que hablamos durante la Misa”, aseguró.
Al final de la entrevista, Heil dijo que “todo el mundo está llamado a ser santo” y que “es Jesús quien quiere conocerme”.
“Si uno se encuentra seco en la fe o distraído, se debe acudir a Jesús mismo y abrir la Escritura: comience con el Libro de Juan. Deja que esa carta de amor de Dios empiece a hablarte, porque Él es para ti; no está contra nosotros. Lo es tanto que se dio a sí mismo por nosotros. Entonces vemos la plenitud de lo que está ofreciendo, y eso es amistad con Dios”, concluyó.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.
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