El Cardenal Stefan Wyszyński fue Arzobispo Primado de Polonia de 1948 a 1981, es considerado el mentor de San Juan Pablo II y el pastor que salvó la fe de los polacos en los difíciles tiempos del comunismo.
La Madre Elżbieta Róża Czacka fue una religiosa ciega que fundó la Congregación de las Hermanas Franciscanas Siervas de la Cruz y estableció la Obra Laski, un centro de educación de niños ciegos y de diálogo con los no creyentes.
La emotiva ceremonia de beatificación fue presidida por el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Cardenal Marcello Semeraro, en el templo de la Divina Providencia de Varsovia con la participación de numerosas autoridades civiles y eclesiásticas y de centenares de fieles presentes dentro de la iglesia y de muchos más que siguieron la ceremonia fuera del templo a través de pantallas gigantes.
Al inicio de la Misa, el Arzobispo Metropolitano de Varsovia, Cardenal Kazimierz Nycz, presentó las biografías de los dos nuevos beatos y luego el Cardenal Marcello Semeraro pronunció las palabras en latín del rito de beatificación.
Como es tradición, después de desvelar los dos grandes cuadros con las imágenes de los nuevos beatos, los asistentes aplaudieron mientras que el coro entonaba un canto.
Inmediatamente después, las reliquias de los nuevos beatos, junto a dos pequeños ramos de flores y dos velas encendidas, fueron colocadas a un costado del altar.
Entre los varios detalles de la ceremonia, destacaron que la primera lectura fue pronunciada por una mujer invidente que leyó en sistema braille y la animación musical del coro formado por numerosos cantantes e instrumentos musicales.
En su homilía, pronunciada en italiano y traducida al polaco, el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos recordó la oración del Magnificat pronunciada por la Virgen María en el Evangelio de San Lucas para señalar que “las palabras del canto de alabanza pronunciado por la Virgen María expresan hoy nuestra acción de gracias a Dios por nuestra participación en la beatificación del Cardenal Stefan Wyszyński y de la Madre Elżbieta Róża Czacka”.
En esta línea, el Cardenal Semeraro indicó que “Polonia es una nación mariana, Polonia ha ofrecido y donado a la Iglesia, en el curso de las diversas épocas, destacadas figuras de santos, hombres y mujeres de Dios. Al igual que hizo cuando envió al Arcángel Gabriel a la Virgen, que se llamaba María, también hoy Dios llama a auténticos testigos de santidad para que honren y alaben su nombre”.
“Polonia, nación de María, tierra de santos y beatos, en este Templo de la Divina Providencia, por intercesión de la Virgen María, del Beato Stefan Wyszyński y de la Beata Elżbieta Róża Czacka, pedimos hoy a Dios que nos conceda la fuerza de ser testigos fieles de su amor misericordioso hacia cada persona necesitada de nuestro tiempo”, afirmó el Purpurado.
En esta línea, el Cardenal Semeraro rezó para “que los nuevos beatos sean poderosos intercesores por esta benemérita nación, que sean una luz para las autoridades estatales y locales, y que apoyen a la Iglesia en Polonia en la constante fidelidad al Evangelio de Cristo”.
Tras citar las palabras del Papa Francisco pronunciadas en una reciente audiencia general en la que describió que los santos son “testigos que veneramos y que de mil maneras diferentes nos remiten a Jesucristo, único Señor y Mediador entre Dios y el hombre”, la autoridad vaticana añadió que los nuevos beatos “se nos dan como modelos a seguir, pero también como intercesores a los que podemos acudir con confianza”.
“Son modelos porque fueron dóciles a la gracia que obró en ellos. Son intercesores porque, como nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, “contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra (...) Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero”, explicó el Cardenal Semeraro.
Por ello, el Purpurado invitó a encomendarse “a la intercesión de los nuevos beatos, para que se encienda en nosotros el deseo de vivir como santos, porque, como nos recuerda una vez más el Papa Francisco, “en nuestra vida, aunque débil y marcada por el pecado, la santidad puede florecer”.
Además, el Cardenal Semeraro destacó aspectos de la vida de cada uno de los nuevos beatos. Por ejemplo, dijo que el Cardenal Wyszyński, “como verdadero hijo de la tierra polaca, tenía realmente en su corazón una profunda devoción a la Santa Madre de Dios”, por lo que bajo la mirada de la Virgen María “confió a Dios su propia vida y el destino de la nación polaca” y le enseñó “a vivir sólo para Dios y a complacerle sólo a Él, a través de su servicio pastoral diario”.
Sobre la Madre Elżbieta Róża Czacka, el Purpurado resaltó su “fe inquebrantable en Dios y en su Providencia, así como “su extraordinaria diligencia y compromiso”.
“La Beata Elżbieta Róża nos muestra que no hay obstáculos para quien quiere amar a Dios y amar como Él. También en su vida hubo muchas dificultades en las que, con increíble esperanza, reafirmó constantemente su fidelidad a Dios, que es amor”, agregó.
Por último, el Cardenal Semeraro recordó que este domingo la Iglesia universal celebra la fiesta litúrgica del santo nombre de María “porque el pueblo cristiano la considera una estrella resplandeciente, la llama Madre y, en caso de peligro, corre hacia ella como refugio”.
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