El Santo Padre dio las agracias a los cristianos húngaros por la acogida y les expresó su deseo de que “la cruz sea vuestro puente entre el pasado y el futuro”.
“Esto es lo que les deseo, que la cruz sea vuestro puente entre el pasado y el futuro. El sentimiento religioso es la savia de esta nación, tan unida a sus raíces. Pero la cruz, plantada en la tierra, además de invitarnos a enraizarnos bien, eleva y extiende sus brazos hacia todos; exhorta a mantener firmes las raíces, pero sin encerrarse; a recurrir a las fuentes, abriéndose a los sedientos de nuestro tiempo”, dijo el Pontífice.
“Mi deseo es que sean así: fundamentados y abiertos, arraigados y respetuosos. Isten éltessen! (¡Felicidades!) La ‘Cruz de la misión’ es el símbolo de este Congreso. Que los lleve a anunciar con la vida el Evangelio liberador de la ternura sin límites que Dios tiene por cada uno. En la carestía de amor de hoy, es el alimento que el hombre espera”, fueron las palabras del Papa.
El Santo Padre recordó que “Eucaristía significa ‘acción de gracias’ y al finalizar esta Celebración, que cierra el Congreso Eucarístico Internacional y mi visita a Budapest, quisiera dar gracias de todo corazón. Gracias a la gran familia cristiana húngara, que deseo abrazar en sus ritos, en su historia, en las hermanas y hermanos católicos y de otras confesiones, todos en camino hacia la unidad plena”.
“Para finalizar rezamos el Ángelus, en este día en que veneramos el santísimo nombre de María. Antiguamente, por respeto, ustedes húngaros no pronunciaban el nombre de María, pero la llamaban con el mismo título honorífico utilizado para la reina. Que la ‘Beata Reina, vuestra antigua patrona’ los acompañe y los bendiga”, concluyó el Papa Francisco.
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