“Los invito a todos ustedes a ir más allá de los miedos, más allá de las heridas del pasado, con confianza, un paso tras otro: en el trabajo honesto, en la dignidad de ganarse el pan cotidiano, alimentando la confianza recíproca. Y en la oración los unos por los otros, porque esto es lo que nos orienta y nos da fuerza. Los animo, los bendigo y les traigo el abrazo de toda la Iglesia”, expresó el Santo Padre.
En el tercer día de su viaje apostólico a Eslovaquia, el Papa presidió por la mañana la Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo en la plaza del Mestská športová hala, en Prešov, y almorzó en privado en el Seminario Mayor de San Carlos Borromeo de la arquidiócesis de Košice.
A las 3:45 p.m. el Santo Padre se trasladó en coche al barrio de Luník IX que es el barrio de mayor densidad de población rom de Eslovaquia, en donde se calcula que viven alrededor de 4.300 gitanos, y que desde 2008 los salesianos llevan adelante allí un proyecto pastoral.
El encuentro del Papa se llevó a cabo en una plaza situada frente al “Centro pastoral salesiano” en el que se encuentra la Iglesia de “Cristo Resucitado” y en donde los salesianos, junto a las hijas de María Auxiliadora y voluntarios laicos aplican el “sistema preventivo” de don Bosco al realizar un proyecto pastoral de integración, asistencia y evangelización de la comunidad rom.
La comunidad “rom”, o “romaní”, es una rama del pueblo gitano. En concreto, el término se utiliza para referirse a los gitanos que tienen como lengua el romaní, idioma de origen indoeuropeo que no tiene relación con el idioma rumano, que es de raíz latina.
No obstante, en algunos países de Europa también se emplea el término “rom” o “romaní” como sinónimo de “gitano” con independencia de su origen o lengua y con una fuerte connotación peyorativa.
A su llegada, el Papa fue recibido por religiosos salesianos junto a dos niños rom. Mientras que un grupo musical, formado principalmente por jóvenes, entonaba canciones alegres y las autoridades civiles junto a los fieles presentes le dieron la bienvenida en un ambiente festivo.
Después de un breve saludo del superior salesiano y de dos diferentes testimonios de personas que viven allí, el Papa Francisco pronunció su discurso.
En primer lugar, el Pontífice recordó las palabras de San Pablo VI que el 26 de septiembre de 1965 dijo a una comunidad de gitanos que “ustedes en la Iglesia no están al margen... Ustedes están en el corazón de la Iglesia”.
En este sentido, el Santo Padre subrayó que “nadie en la Iglesia debe sentirse fuera de lugar o dejado de lado. No es sólo un modo de decir, es el modo de ser de la Iglesia. Porque ser Iglesia es vivir como convocados por Dios, es sentirse titulares en la vida, formar parte del mismo equipo. Sí, porque Dios nos desea así, cada uno diferente pero todos reunidos en torno a Él. El Señor nos ve juntos”.
“Esta es la Iglesia, una familia de hermanos y hermanas con el mismo Padre, que nos ha dado a Jesús como hermano, para que comprendamos cuánto ama la fraternidad. Y anhela que toda la humanidad llegue a ser una familia universal”, afirmó el Papa.
Amor y respeto por la familia
Luego, el Santo Padre advirtió que los rom “albergan gran amor y respeto por la familia, y miran a la Iglesia a partir de esta experiencia. Sí, la Iglesia es casa, es su casa” y añadió “por eso -quisiera decirles con el corazón- ustedes son bienvenidos, siéntanse siempre en casa en la Iglesia y nunca tengan miedo de estar aquí. ¡Que ninguno los deje, a ustedes o a cualquier otra persona, fuera de la Iglesia!”.
Sin embargo, el Papa reconoció que “no es fácil ir más allá de los prejuicios, incluso entre los cristianos. No es sencillo valorar a los otros, a menudo se los ve como obstáculos o adversarios y se expresan juicios sin conocer sus rostros y sus historias” por lo que recordó la enseñanza de Jesús en el Evangelio de San Mateo que pide “no juzguen”.
“El Evangelio no debe ser endulzado, no debe ser diluido. No juzguen, nos dice Cristo. Cuántas veces, en cambio, no sólo hablamos sin tener elementos o de oídas, sino que nos consideramos en lo correcto cuando somos jueces implacables de los demás. Indulgentes con nosotros mismos, inflexibles con los otros”, dijo el Papa.
De este modo, el Santo Padre lamentó que los rom “demasiadas veces han sido objeto de preconceptos y de juicios despiadados, de estereotipos discriminatorios, de palabras y gestos difamatorios” y agregó que “de esta manera todos nos hemos vuelto más pobres, pobres de humanidad”.
“Lo que necesitamos es recuperar dignidad y pasar de los prejuicios al diálogo, de las cerrazones a la integración (…) Juicios y prejuicios sólo aumentan las distancias. Conflictos y palabras fuertes no ayudan. Marginar a las personas no resuelve nada. Cuando se alimenta la cerrazón, antes o después estalla la rabia”, señaló.
Para ello, el Papa destacó que “el camino para una convivencia pacífica es la integración. Es un proceso orgánico, lento y vital que se inicia con un conocimiento recíproco, va adelante con paciencia y mira al futuro” por lo que pidió pensar en los niños que “quieren crecer junto a los demás, sin obstáculos ni exclusiones. Merecen una vida integrada y libre. Ellos son los que motivan decisiones con amplitud de miras que no buscan el consenso inmediato, sino que velan por el porvenir de todos”.
Antes de concluir, el Santo Padre agradeció a quienes llevan adelante “este trabajo de integración que, además de que comporta no poco esfuerzo, a veces recibe incomprensión e ingratitud, incluso dentro de la Iglesia”.
“Queridos sacerdotes, religiosos y laicos, queridos amigos que dedican su tiempo para ofrecer un desarrollo integral a sus hermanos y hermanas, ¡gracias! Gracias por todo el trabajo con quienes están en los márgenes. Pienso también en los refugiados y en los detenidos. A ellos, en particular, y a todo el mundo penitenciario expreso mi cercanía”, afirmó.
Luego, el Papa destacó la labor que se realizan en este tipo de centros pastorales “donde no hacen asistencialismo social, sino acompañamiento personal” por lo que los animó a seguir “adelante en este camino, que no engaña de poder dar todo y rápidamente, sino que es profético, porque incluye a los últimos, construye fraternidad, siembra la paz”.
“No tengan miedo de salir al encuentro de quien está marginado. Se darán cuenta de que salen al encuentro de Jesús. Él los espera allí donde hay fragilidad, no comodidad; donde hay servicio, no poder; donde es posible encarnarse, no buscar sentirse satisfechos. Allí está Él, concluyó el Papa.
Al finalizar, el Santo Padre invitó a rezar a cada uno de los presentes -en su propio idioma- el Padre Nuestro e impartió su bendición apostólica en latín.
Mientras el Papa se marchaba en coche, el grupo musical continuó a tocar y cantar canciones alegres.
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