El fuego se originó el miércoles 8 de septiembre y ha arrasado un perímetro de 83 kilómetros de Sierra Bermeja, en Málaga (España). Más de 2.670 personas tuvieron que ser desalojadas y el fallecimiento de un bombero que participaba en las labores de extinción.
En las últimas horas el fuego ha sido controlado, entrando en nivel 0. Las condiciones ambientales, con la lluvia que empezó a caer el lunes sobre la zona, ayudaron a controlar el fuego, que ha arrasado ya 10 mil hectáreas.
La consejera de Agricultura, Carmen Crespo, anunció a última hora del lunes 13 que los vecinos de Jubrique, Júzcar, Faraján, Alpandeire y Pujerra podían volver progresivamente a sus casas.
Este incendio ha sido de los más fuertes en la historia de España. Los expertos lo calificaron como "incendio de sexta o última generación", es decir, especialmente peligroso y virulento. Incendios de este tipo son grandes fuegos forestales de más de 500 hectáreas, tremendamente agresivos y difíciles de controlar por metereología adversa.
La fuerza del fuego crea columnas de aire caliente tremendamente potentes que pueden producir sus propias nubes, llegando a provocar un fenómeno conocido como "lluvia de fuego".
El Obispo de Málaga, Mons. Jesús Catalá, agradeció el trabajo “de todas las personas e instituciones que han puesto tanto esfuerzo para apagar el fuego. Y pedimos por el eterno descanso de quien ha perdido la vida en esa buena acción”.
El bombero forestal Carlos Martínez falleció el pasado jueves cuando trabajaba en las labores de extención.
Además, Mons. Catalá agradeció "la buena labor que los sacerdotes de los pueblos afectados están llevando a cabo. Les hemos dicho que les apoyamos y que rezamos por toda la gente. Nuestro deseo es que pueda ser controlado y apagado este fuego devastador, que ha quemado tanto terreno valioso. Esperamos que la lluvia pueda coadyuvar a la extinción del fuego", aseguró el Prelado.
Según recoge la Diócesis de Málaga, el nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito Auza, recibió con dolor la noticia de este incendio, y aseguró que “la cuestión del medio ambiente es prioritaria para nosotros los católicos. Cuidar la creación es un imperativo moral, teológico, podemos decir. El Señor nos ha confiado la creación y es responsabilidad de todos”.
El P. Andrés Conde es párroco en las localidades de Pujerra, Igualeja, Cartajima y Parauta, que han sido de las más afectadas por el fuego.
El P. Conde aseguró a la diócesis de Málaga que habían vivido momentos “muy duros y difíciles, porque en el Valle del Genal hay mucha población en situación de dependencia, ancianos y enfermos. En un primer momento se albergaron en el pabellón del barrio de San Francisco, en Ronda, y posteriormente fue posible reubicarlos en casas rurales, residencias y domicilios particulares”.
El párroco precisó que esta grave situación se afronta “con la confianza de que Dios nos va a sacar de todo esto. Como Iglesia, las herramientas más importantes que tenemos es estar cerca de la gente, ayudarles, pero sobre todo rezar y no decaer en nuestra confianza de que Dios nos va a seguir ayudando y su Santísima Madre protegiendo”.
El P. Gerardo Rosales, es párroco de Júzcar, Faraján y Alpandeire. “Después de celebrar la Eucaristía en Alpandeire y después en Faraján, decidí quedarme al ver que la situación empeoró mucho en un momento. Enseguida me ofrecí a llevar gente hasta el pabellón de Ronda con mi coche, y regresé después para ver qué más hacía falta”, aseguró el P. Rosales.
Según relata a la web de la diócesis de Málaga, al volver a Alpandeire desde Ronda se encontró “con una columna de humo, y caían sobre el coche abundante ceniza y restos de carbón”.
“La situación ha sido muy dura, me impresionó especialmente ver a los ancianos cuando tuvieron que desalojarlos de la residencia, subirlos en ambulancias y autobuses para llevarlos a Ronda, fue desaolador. La gente está muy nerviosa, temiendo por la situación en que han dejado a sus animales, su ganado... Con ellos solo podemos estar, acompañar y consolar. A nivel de Ronda y Serranía sí estamos promoviendo oraciones. Las comunidades de monjas están rezando intensamente, se está haciendo adoración del Santísimo en muchos templos y en todas las parroquias y cofradías se está teniendo muy presente para orar y ayudar, y Cáritas está al momento en contacto con la diputación y los ayuntamientos para coordinar la atención a las necesidades”, destacó.
“Confiamos en Dios, eso nunca falta. Y lo más importante ahora es que las personas puedan verle en nuestra cercanía, en nuestra disponibilidad”, afirmó.
El P. Francisco Hierro de Bengoa, párroco de Jubrique y Genalguacil, dos localidades que fueron confinadas el pasado viernes ante el riesgo de que el incendio provocara una explosión. Posteriormente se desalojó a la población.
“La esperanza no la perdemos nunca, pero la situación es muy dura. La mayoría de los evacuados de estos municipios han podido ser acogidos en domicilio de familias y conocidos, o en segundas residencias, y los de Jubrique ya pueden empezar a regresar a sus hogares, algo que de momento no se contempla para los habitantes de Genalguacil, debido al flanco activo del oeste, que en estos momentos es el más complicado del incendio y sigue avanzando hacia Casares. Como parroquias, podemos rezar y apoyar en este aspecto, hacernos presentes y poner a disposición lo que tenemos. Esa es ahora nuestra misión, y seguir pendientes de las necesidades, de quién ha perdido y el qué, y tengo pendiente volver a las dos parroquias y ver cómo se encuentran a causa del humo”, destacó el sacerdote.
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