Conocido también como el Cristo de Pachacamilla, Cristo Morado, Cristo de las Maravillas, Cristo Moreno o Señor de los Temblores, el Señor de los Milagros es una imagen de Jesús pintada en una pared de adobe ubicada en el Altar Mayor del Santuario de las Nazarenas en Lima.
La historia cuenta que a mediados del siglo XVII los negros traídos de Angola formaron la cofradía de Pachacamilla y levantaron una edificación. En una de sus paredes un miembro de la cofradía pintó la imagen de Cristo en la cruz.
El 13 de noviembre de 1655 un fuerte terremoto sacudió Lima y Callao, haciendo caer muchos edificios y cobrando la vida de miles de personas. Todas las paredes de la cofradía de los angoleños se cayeron, pero el muro de adobe con la imagen del Cristo permaneció en pie, lo que fue considerado un milagro.
Desde entonces el lugar se convirtió en un destino de los peregrinos. Sin embargo poco a poco el culto dio paso a otro tipo de manifestaciones profanas, lo que originó que las autoridades ordenaran borrar el Cristo y clausurar el espacio.
En septiembre de 1671 se intentó borrar la imagen pero ninguno de las tres personas encargadas pudo hacerlo al estar frente a la imagen. Finalmente y ante la insistencia de los fieles, se decidió autorizar el culto.
Por orden del virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos se construyó una ermita y allí se celebró la primera Misa el 14 de septiembre de ese año. A ella asistieron las autoridades eclesiásticas y civiles.
El 14 de septiembre coincide con la fecha de la celebración de la Exaltación de la Santa Cruz.
El culto siguió extendiéndose y ha llegado hasta nuestros días. En 2018, cuando el Papa Francisco viajó al Perú, se dirigió al Santuario de las Nazarenas, donde se custodia la imagen, para rezar con las monjas de clausura.
“Queridas hermanas de los diversos monasterios de vida contemplativa: ¡Qué bueno es estar aquí, en este Santuario del Señor de los Milagros, tan frecuentado por los peruanos, para pedirle su gracia y para que nos muestre su cercanía y su misericordia! Él, que es ‘faro que guía, que nos ilumina con su amor divino’”, dijo en esa oportunidad el Santo Padre.
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