“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. Reflexión de Mons. Ruy Rendón para el domingo 06 de abril 2014. “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”.
Entendemos que, más allá de lo que significan literalmente las expresiones “agua viva” y “luz del mundo”, el Señor le da a cada frase un sentido más profundo y más pleno. En efecto, la persona de Jesús y su misma palabra divina que predicaba eran capaces de suscitar la fe, la vida y la gracia de Dios en todo aquel que lo recibiera en su corazón; recodemos a la Samaritana y a sus paisanos, así como también al ciego de nacimiento, el cual, sanado de su vista, fue capaz de creer en Jesús y profesar su fe, postrado ante él. Ahora, en este quinto domingo de cuaresma, nuestro Señor nos dirige una frase más que comienza con el “Yo soy”. Se trata de la conocida frase: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. De igual manera, la expresión “Yo soy la resurrección y la vida” contiene un significado más profundo y pleno, que no se reduce sólo a la acción milagrosa de Jesús al resucitar a su amigo Lázaro. Es decir, nuestro Señor, se ha convertido para cada uno de nosotros en principio, fuente y origen de nuestra resurrección después de la muerte; resurrección que Jesús nos prometió a los que creyéramos en él. Así mismo, hay que tener en cuenta, los hechos milagrosos que el evangelista san Juan nos narra en el cuarto evangelio, son llamados “signos” y no tanto “milagros”. En este sentido, debemos contemplarlos con una visión más profunda que la simple mirada de quien observa un prodigio. Si Jesús “resucita” a Lázaro se nos da a entender que como Dios, Jesús tiene el poder para “revivificar” y dar la gracia del perdón a quienes por el pecado están muertos. Es interesante cómo las tres lecturas de este domingo nos hablan de ese poder de Dios para dar la vida a nuestros cuerpos mortales. A nosotros nos corresponde acercarnos al Señor a fin de que no sólo tengamos la vida física, sino también la espiritual. Pidamos a Dios Padre en la Eucaristía dominical que conceda la resurrección y la vida nueva de la gracia a los que han muerto por sus culpas. Amén.
|
Publicar un comentario