Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, exhortó a “preparar los caminos” y “allanar los senderos” dejando el pecado y, con la ayuda de la gracia, caminar hacia el encuentro del Señor en la Navidad y en el día del Juicio Final.
Monseñor Martorell explicó las lecturas del segundo domingo de Adviento. El prelado observó que el profeta Isaías prepara la vuelta de Israel del destierro, pero en su sentido más trascendental anuncia la venida del Mesías, al que presenta como el Pastor que apacentará su rebaño y lo reunirá con su brazo”.
El obispo también explicó que Juan el Bautista hace suya la frase del profeta Isaías, que advierte que una voz grita en el desierto exhortando a preparar los caminos y enderezar los senderos. Al respecto, dijo que el Bautista llamaba a la conversión y la penitencia para recibir al Señor.
Monseñor Martorell reconoció que hoy cada cristiano es llamado a anunciar la venida gloriosa de Jesús y a prepararla en la penitencia y la oración, aunque advirtió: “¿Cómo anunciar al Señor si no lo escuchamos y conocemos a través de la oración y la penitencia? ¿Tenemos conciencia real de la venida del Señor y que tenemos que estar preparados para ella? «Vigilen y oren», nos dice el Señor”.
“Es en nuestra vida -agregó- en la que debemos preparar esta venida. Debemos aprender a vivir el encuentro con el Señor y llegar a conocerlo y amarlo, de forma tal que nos sintamos íntimamente unidos a él y desbordantes por el deseo de anunciarlo y de vivirlo en nuestras vidas llevándolo a los demás. Pero como somos pecadores, es necesario hacer penitencia para disponernos a conmemorar la venida del Señor en la Navidad”, manifestó el obispo.
Monseñor Martorell también reconoció que los primeros cristianos consideraban inminente la segunda venida del Señor, pero al no advertirla, muchos se dieron una “vida regalada”. En este sentido, recordó que san Pedro dice que Dios no mide el tiempo como los hombres, y a su vez, espera pacientemente que todos vengan a la penitencia para salvarse.
“Dios es nuestro Padre y nos espera. Mientras tanto, nos exhorta a través de la Iglesia a dejar el pecado y con la ayuda de la gracia, caminar hacia el encuentro con El. El Señor desea la conversión de cada uno y la de todos. Su voluntad es que tengamos puesto nuestro corazón en El y no en las cosas de la tierra y que marchemos al encuentro definitivo con Él”, consideró.
“Debemos procurar ser hallados limpios e irreprochables para el gozo de esta vida y de la vida eterna”, concluyó el obispo.+
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