Con fecha 4 de enero de 2015, domingo en el que Francisco anunció los nombres de los nuevos Cardenales, el Papa dijo a cada uno de los nuevos Cardenales que “pido al Señor acompañarte en este nuevo servicio, que es un servicio de ayuda, apoyo y especial cercanía a la persona del Papa y por el bien de la Iglesia”.
“Con el fin de ejercer esta dimensión de servicio, el cardenalato es una vocación, el Señor, mediante la Iglesia, te llama todavía una vez a servir; y te hará bien al corazón repetir en la oración la expresión que Jesús mismos sugirió a sus discípulos para mantenerse en la humildad: “Di: 'Siervos inútiles somos', y esto no como fórmula de buena educación, sino como una verdad después de la labor realizada, 'cuando hayan hecho todo aquello que se les ha ordenado'”.
El Papa aseguró que “mantenerse en humildad en el servicio no es fácil cuando se considera el cardenalato como un premio, como culmen de una carrera, una dignidad de poder o de distinción superior. De ahí su compromiso diario para mantener alejadas estas consideraciones, sobre todo para recordar que ser Cardenal significa incardinarse en la diócesis de Roma para dar testimonio de la Resurrección del Señor y darlo totalmente hasta la sangre si fuese necesario”.
Al final de la misiva, el Pontífice aconsejó festejarlo sin mundanidad. “Muchos se alegrarán por esta vocación nueva, y como buenos cristianos, harán fiesta -porque es propio del cristiano alegrarse y saber festejar-”.
“Acéptalo con humildad”, pidió, y “solo hazlo de modo que, en estos festejos, no se insinúe el espíritu de mundanidad que aturden más que la 'grappa' (un tipo de licor), desorienta y separa de la Cruz de Cristo”.
Por último, se despidió exhortando a que se preparen “con la oración y un poco de penitencia” y tengan “mucha paz y alegría”.
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