El Papa no puede ser hereje (IV parte)


He estado fuera un día entero en una preciosa casa al lado de unos bosques de robles. Gracias a Dios que me ha concedido pasar un día en un lugar tan bello y con dos matrimonios (y cuatro perros) tan agradables. Sea dicho de paso, había lobos en esos bosques. Los oímos bien cerca atacar a una presa. Todo el día ha estado lloviendo y la máxima de la temperatura creo que era de siete grados. Las laderas del valle en el que estábamos aparecían nevadas antes de alcanzar sus cimas pétreas desnudas. Pero el frío es menos frío cuando se ha nacido en Huesca.
Al llegar a mi casa, he leído parte de los comentarios que habéis hecho a mis últimos posts. Muchos me han parecido verdaderamente brillantes. Un comentarista anónimo había escrito lo siguiente, aunque lo he cambiado un poco en su redacción:

El Señor hizo una promesa: las puertas del Hades no prevalecerán contra nuestra Iglesia. No es que se diga que el Papa tiene la razón cuando no tiene razón. Sino que el Señor no permitirá que el Papa se equivoque.
Un magnífico comentario a la altura del post. Hay otra comentarista que conozco, pero que desea el anonimato, que ha señalado algo sumamente inteligente, también he hecho unos cambios en la redacción:

El Papa porta una corona de diamantes. No importa que el Papa se consuma bajo el peso de gravísimos pecados deliberadamente cometidos, su corona de diamantes permanecería intacta. Aun el Santo Padre carece de poder para destruir esa corona. La fuerza del Espíritu Santo es superior.

Otro comentarista ha escrito algo que en su brevedad resulta contundente, la respuesta sencilla y breve a toda esta cuestión:

Prima sedes a nemine iudicatur.

Ése es el canon 1404 del Código de Derecho Canónico: La primera sede no es juzgada por nadie. Frente a estos argumentos sólidos caen por su propio peso comentarios vacuos de otros comentaristas, como los que dicen que uno puede deja de ser Papa si dice algo contra la fe. Es decir, tengo que obedecer al Papa, pero yo decido si él sigue siendo Papa. Por favor, un poco de seriedad.

Con todo respeto hacia los comentaristas agresivos que están gestando odio contra el Vicario de Cristo, con respeto pero respondiéndoles con firmeza: por la teología (la teología hecha con serenidad en tiempos de Juan Pablo II) tengo muy claro cuándo se puede equivocar un Papa y cuándo no puede ser una fuente de error. Tengo muy claro cuando el ser humano que es un Papa puede meter la pata, y cuando no. Y entre estas dos posibilidades, cierto es que hay muchos matices, cierto que hay muchos campos intermedios, un área que parece estar justo en mitad de la declaración ex cathedra y de la opinión personal. Un área que está justo en medio entre el magisterio ordinario papal y la ocurrencia personal. Cuando el Papa Benedicto escribió su libro sobre Jesucristo siendo Papa, dejó claro que no era magisterio papal.
Ahora bien, sin entrar en una casuística interminable (en la que no hallarán la paz aquellos que no buscan la paz), quede claro que todo lo que ha dicho el actual Papa, el único y legítimo Papa Francisco, se puede leer de un modo ortodoxo.
Yo tengo muy claro que le diría al capitán de un barco al comunicarme el rumbo del timonel. Pero también tengo claro lo que le diría a la marinería. Y entre ambas cosas no hay contradicción, ni falsedad por mi parte, ni idolatría hacia el capitán. Dios está queriendo decir algo a los teólogos a través del Papa Francisco.

Mi mensaje a todos los católicos es keep calm and carry on.

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