Esperanza fundada en la fidelidad a Dios y la responsabilidad

Esperanza fundada en la fidelidad a Dios y la responsabilidad

La Palabra de Dios en el primer domingo de Adviento “hace resaltar el contraste entre el desarrollarse normal de las cosas, la rutina cotidiana y la nevida imprevista del Señor”. Lo dijo hoy el Papa Francisco en su comentario al Evangelio del primer domingo, antes de recitar el Ángelus con los fieles en la plaza de san Pedro.

Hablando del Adviento, que inicia hoy junto a un  nuevo año litúrgico, él subrayó que este tiempo litúrgico está dominado por el tempo de la “visita del Señor a la humanidad. La primera visita sucedió con la encarnación, el nacimiento de Jesús en la gruta de Belén; la segunda sucede en el presente: el Señor nos visita continuamente, cada día, camina al lado nuestro y es una presencia de consolación; y al final vendrá para la última visita, la que profesamos cada vez que recitamos el Credo: “de nuevo vendrá en la gloria para juzgar a vivos y muertos”.

Refiriéndose más precisamente en el Evangelio (Mateo, 24.37-44), que compara la visita del Señor con la venida de un ladrón o con una imprevista catástrofe natural, el pontífice precisó: “El Evangelio no quiere darnos miedo, sino abrir nuestro horizonte a la dimensión ulterior, más grande, que por una parte relativiza las cosas de cada día pero al mismo tiempo la rinde preciosas, decisivas. La relación con el Dios-que-viene-a visitarnos da a cada gesto, a cada cosa una luz diversa, un espesor, un valor simbólico”.

“Desde esta prospectiva-agregó- llega también la invitación a la sobriedad a no ser dominados por las cosas de este mundo, por las realidades materiales, sino más bien a gobernarlas. Si, por el contrario, nos dejamos condicionar y superar por ellas, no podemos percibir que hay algo mucho más importante: nuestro encuentro final con el Señor que viene por nosotros”.

“En este tiempo de adviento-concluyó- estamos llamados a ensanchar el horizonte de nuestro corazón, a dejarnos sorprender por la vida que se presenta cada día con sus novedades. Para hacer esto es necesario aprender a no depender de nuestras seguridades, de nuestros esquemas consolidados, porque el señor viene a la hora de la cual no nos imaginamos. Viene para introducirnos en una dimensión más bella y más grande”.

La Virgen, la Madre del Adviento, nos ayude a no considerarnos propietarios de nuestra vida, a no resistir cuando el Señor viene para cambiarla, sino a estar listos para ser visitados por Él, huésped esperado y grato aunque si da vueltas a nuestros planes”.

Después de la plegaria mariana y los saludos a los grupos presentes, Francisco volvió sobre el tema del Adviento: “Les deseo a todos un buen domingo y un buen camino de Adviento. ¡Que sea un tiempo de esperanza! La esperanza verdadera, fundada en la fidelidad de Dios y sobre nuestra responsabilidad”.

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