…El mundo que hemos hecho

Es menester mirar, aunque sea de reojo, a los pueblos y sus gentes. Asombra la civilización que hemos dado a luz. Estamos incluidos todos, por omisión o por comisión. Al principio no fue así. Hoy las venas que le dan vida a la política, a la economía, a la educación, discrepan de un verdadero humanismo. El mundo de las relaciones es bastante complejo. Hay un sentido de asumir los retos del Gobierno y de la vida misma, que fractura y destruye las verdaderas interconexiones individuales y comunitarias.
Los puntos de concordancia para la grandeza de los pueblos ya no son los valores humanos; ahora se admira el gigantismo de los imperios que hemos montado. Asombra la tecnología que se ha logrado construir para el entendimiento de la gente; pero se usa igualmente para usurpar, destrozar la dignidad de familias y pueblos. Ésta se ha convertido en la señora de una cultura con sus códigos propios de conducta.
La Nación Mexicana se “sorprende” y se abruma de opiniones en distintas direcciones por la matanza recién ocurrida en Monterrey. Los actores son niños, de lo cual dan cuenta multitud de voces cotizadas en la Opinión Pública. Se percibe el dolor y abundan reflexiones adecuadas. Algunos, las consideran solamente como distractores para la conducta emocional.
Vale, sin embargo, cavilar con más detalle el antes y el después de diversos factores sociales. Mirar de cerca el sistema educativo, así como la condición de nuestro acervo de valores familiares. También, las distintas ofertas religiosas, tendencias e ideologías que sofocan el servicio o la congruencia de la clase gobernante.
Merece mirar de cerca, aunque sea de reojo, las insinuaciones en la masa que ofrecen los diferentes tipos de comunicación. Nos apabulla, ciertamente, la tecnología; adultos y niños,  con la anuencia de sus padres, somos usuarios de contenidos indiscriminados. La bondad del progreso nadie la niega, pero es importante darle dirección y cordura.
¿Cómo detener el ciclo de la violencia que la Humanidad recrea una y otra vez? Hay que saber sumergirse, estar cercano en la comunidad que se intenta dirigir u orientar: la familia, los grupos educativos, la Pastoral, por supuesto. El Papa Francisco ha dicho una frase profundamente significativa: “oler como el rebaño que se conduce”. En este desatino de violencia que conmociona a la Opinión Pública de distintas maneras, lo menos que se dice es que ha faltado cercanía. Ignorar la familia, ignorar al prójimo.
Este tema social que ha impactado a buena parte de la población de México, familias, jóvenes y adolescentes lo miran desde una perspectiva como de novedad social, como si no tuviera qué ver con nuestro presente. Empero, debiera llevarnos a cuestionamientos importantes. Vuélvese imperativo salir de la modorra y atrevernos a cuestionar de alguna forma el entorno social.
Asimismo, es tiempo de enjuiciar cómo se las gastan, en estos temas, Diputados y Senadores. Para nadie es un secreto cómo han interferido e intentado, por muchos lados, atacar el rol natural y fundamental de la Familia en la Sociedad. …Éste es el mundo que hemos hecho. Pero, obviamente, merecemos otro.

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