Hace 50 años surgió en el Papa Paulo VI la idea de celebrar el Día de la Paz, el primer día del año 1968.
Roberto O’Farrill Corona
Para ello, escribió un mensaje el 8 de diciembre de 1967, el primero de lo que ahora es la Jornada Mundial de la Paz, a fin de “defender la paz frente a los peligros que siempre la amenazan”.
En el mensaje para la 50ª Jornada Mundial de la Paz de 2017, que lleva por título “La no violencia: un estilo de política para la paz”, el Papa Francisco recordó la alocución de Paulo VI: “Ha aparecido finalmente, con mucha claridad, que la paz es la línea única y verdadera del progreso humano, no las tensiones de nacionalismos ambiciosos ni las conquistas violentas ni las represiones portadoras de un falso orden civil”.
Guerra Mundial en partes
En este 50º Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, el Papa propone que “la caridad y la no violencia guíen el modo de tratarnos en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales”. Explica que “cuando las víctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles en los procesos no violentos de construcción de la paz”.
Propone que “la no violencia se transforme, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, en el estilo característico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y de la política en todas sus formas”.
Con desafortunada experiencia histórica, el Santo Padre recuerda en su mensaje que “el siglo pasado fue devastado por dos horribles guerras mundiales, conoció la amenaza de la guerra nuclear y un gran número de nuevos conflictos; pero hoy, lamentablemente, estamos ante una terrible guerra mundial por partes. No es fácil saber si el mundo actualmente es más o menos violento de lo que fue en el pasado”, y detalla que “esta violencia que se comete por partes, en modos y niveles diversos, provoca un enorme sufrimiento que conocemos bien: guerras en diferentes países y continentes; terrorismo, criminalidad y ataques armados impredecibles”.
Un programa y un desafío
El Vicario de Cristo presenta un sencillo razonamiento al exponer que “si el origen del que brota la violencia está en el corazón de los hombres, entonces es fundamental recorrer el sendero de la no violencia en primer lugar en el seno de la familia”, y plantea un hermoso ejemplo: “Las políticas de la no violencia deben comenzar dentro de los muros de casa para después extenderse a toda la familia humana.
El ejemplo de Santa Teresa de Lisieux nos invita a la práctica del pequeño camino del amor, a no perder la oportunidad de una palabra amable, de una sonrisa, de cualquier pequeño gesto que siembre paz y amistad”.
Presenta, además, un llamamiento: “Las ocho Bienaventuranzas (Cf. Mt. 5,3-10) trazan el perfil de la persona que podemos definir bienaventurada, buena y auténtica. Bienaventurados los mansos -dice Jesús-, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de la justicia. Esto es también un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las Empresas y de los Medios de Comunicación de todo el mundo: aplicar las Bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades”.
Hacia la parte final, en el mensaje informa acerca de la creación del nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
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