De una Casa Auxiliar al Seminario Menor

Procesos de formación

seminario EDIT2José Benjamín Rivas Muro,
1º ”A” de Preparatoria

Los momentos en los que camino y recorro estos enormes pasillos provocan que recuerde momentos en los que corría y jugaba por los pasillos de mi antiguo Seminario. Al estar en el salón de clases, vienen a mi memoria los ratos que compartí con mis anteriores compañeros. Y  cuando entro en esta amplia Capilla, experimento la misma presencia que sentía en aquella pequeña Capilla en la que hace menos de un año me encontraba, en el Seminario Auxiliar de Nuestra Señora de Guadalupe, mejor conocido como Seminario de Totatiche.
Al estar en un Seminario Auxiliar, Totatiche como fue mi caso, y pasar al Seminario Menor de Guadalajara, se experimenta un gran cambio en cuanto al entorno, pues de estar en una casa con alrededor de 90 seminaristas en el tiempo que me encontraba allá, a una casa en la que actualmente habitamos más de 400 alumnos, y de pasar de vivir en un pueblo al Norte de Jalisco a una gran Metrópoli como es Guadalajara, se experimentan cambios importantes, pero no complicados, pues con la ayuda de los Formadores, los Coadjutores y compañeros, se logra asimilarlos. Otro cambio que pude notar fue en cuanto a la disciplina, pues si bien la exigencia en los Seminarios Auxiliares es bastante, aquí en el Menor se ayuda a reafirmarla poniéndola en práctica día tras día.
En el ámbito espiritual, disponemos de un acompañamiento para poder afianzar y fortalecer lo ya aprendido en el Seminario Auxiliar, con la ayuda de los Padres Espirituales, los cuales cada tiempo determinado nos entrevistan y tratan temas apropiados para un desarrollo más integral del seminarista, e igual se procura en las reuniones familiares que tienen lugar una vez al semestre en el mismo Seminario. Recibimos Clases de Formación Espiritual y Educación en la Fe, que nos ayudan en el caminar dentro de esta institución de vocaciones.
En cuanto al ámbito humano, se nos facilita una cercana asesoría en torno a cada actividad que realizamos, como ocurre en el Seminario Auxiliar, pero ahora con más énfasis en la responsabilidad, pues conforme se va avanzando de grado, las tareas y comisiones son de mayor importancia, por lo que se requiere una madurez superior.
Respecto a los compañeros, llega uno conociendo a pocos, pero día tras día se va estableciendo una relación frecuente y cercana, alternando con ellos en el comedor, en la Capilla, en el salón de clases, en los deportes. Todos llegamos (de diferentes Secundarias o Casas Auxiliares) con distintas costumbres, que con el correr de los días  nos van dejando enseñanzas.
Cuando entré a Primero de Secundaria en el Seminario Auxiliar de Totatiche, tenía muchas ideas de lo que éste era, gracias a mi hermano, que tiempo atrás ahí estudió. Sabía que era mucha la exigencia, las responsabilidades, pero también la diversión. Que si hacía lo que tocaba en cada momento, no me metería en problemas; pero tiempo después, aún en Totatiche, me di cuenta de que al hacer las cosas con gusto y alegría, la vida sería más amena y la disfrutaría más, lo cual sigo haciendo en el Menor.
En lo personal, soy consciente de que el Seminario nos ayuda a desarrollar virtudes y cualidades que, estando afuera, no podría cultivar de igual manera, y eso  me ha ayudado a  llevar a cabo responsabilidades algo grandes e importantes, de acuerdo a la etapa que me corresponde.

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