¡Adiós al resentimiento!

Ha dolido durante mucho tiempo, es como una piedra que lastima a cada instante, es un malestar que contagia a quienes te rodean, es un golpe mortal a la tranquilidad y el espíritu. El resentimiento actúa como una enfermedad crónica que va consumiendo a quien lo padece

Por: Mary Velázquez Dorantes Twitter: @mary_dts

Las consecuencias que genera una persona que no sabe perdonar y guarda rencor son preocupantes. El carácter cambia y el sufrimiento aumenta cada vez más. Se trata de un mal que ha existido por largo tiempo, y en el que su espíritu se debilita, así como el cuerpo físico. Se ha comprobado que el resentimiento provoca males como osteoporosis, enfermedades cardíacas, problemas digestivos e incluso problemas psicomotores. ¿Hasta cuándo una persona puede vivir con ira, enojo, dolor, tristeza y frustración a casa del resentimiento? Hoy El Observador de la Actualidad te presenta tres formas para decirle adiós al resentimiento:

1 Olvida el pasado

Se trata de un desafío emocional y un reto para quien durante muchos años ha guardado rencores del pasado. Sin embargo, es posible decirle adiós a un tormento que ya se fue y no tiene por qué seguir doliendo.

Cuando el resentimiento se vuelve una emoción reprimida provoca un daño severo en la vida de quien lo padece y de quienes

lo rodean.

El pasado es un tiempo que ya no existe, la memoria tiene la capacidad de almacenar recuerdos felices y dolorosos, es momento de quedarnos con los recuerdos felices. ¿Cómo poder iniciar con el olvido? El primer paso es pensar en las personas que han estado durante el tiempo de vida que tienes. Observemos en tu mente y analiza cómo te sientes frente a ellas: si te producen tensión, enojo o angustia, haz una oración por ellas, reflexiona por qué duele tanto su presencia o cuál fue el momento en que su presencia se transformó en dolor.

Los pensamientos que albergamos sobre el pasado se convierten en un torbellino que sacude todas las emociones de una persona, bloquean toda posibilidad de tranquilidad e incluso inmovilizan los momentos de felicidad. Cuando el pasado toca a la puerta sólo debemos agradecer que ya se fue. El dolor de una persona resentida paraliza toda posibilidad de libertad.

Para decirle adiós elabora una lista de todo aquello que te produce el estar así, no alimentes más la ira con los pensamientos de decepción o lástima. Al terminar tu lista, decide ya no sentir más rencor por ello, piensa que ha sido parte de una historia que ya no está en el presente y que, a través del perdón, el coraje se irá, logrando vivir con plenitud y bienestar.

2 Ámate

 Reconcíliate contigo mismo. Una de las consecuencias graves del resentimiento es el desánimo y falta de amor, respeto y cariño por la persona que lo padece. Es una enfermedad que crece porque cuando el sentimiento de enojo llega se generan auto ataques, a través del miedo, de pensamientos de maltrato, dudas, odio hacia uno mismo.

Es importante visualizarnos como personas únicas, amadas y con un plan de existencia. La desconfianza es el principal síntoma de una persona resentida. No se puede avanzar cuando la memoria emocional de la persona se alimenta con desamor, descrédito, rechazo. La libertad personal es una historia que se escribe desde el interior del ser humano. Cuando el resentimiento controla la vida de las personas, cada una de las experiencias se vuelve amarga. Es importante reconocer el valor del ser humano de forma individual, aprender a admirarse, a sentir la grandeza de los afectos, pero, sobre todo, a tener simpatía por uno mismo.

Para dar este paso reconoce cada una de tus simientes y manifestaciones de éstas. Busca salida para aquellos que son negativos. Ama cada situación que tengas y ocúpate con pensamientos y acciones positivas. Detectar el resentimiento es fácil, atacarlo es necesario. Así como los días son diferentes, también la persona puede ser diferente.

3 Comprende  y acepta

La tortura interna de una persona resentida es parecida a una enfermedad terminal: el hígado, los nervios ciáticos, la vesícula son los principales órganos que manifiestan el sufrimiento de una persona con dolor y sufrimiento.

Cada instante es una lección de vida. Es importante comprender cómo y por qué suceden las cosas alrededor de las personas. De cada acción vivida el único responsable de ser feliz es la persona humana. Los momentos útiles existen para rescatarnos de la amargura.

Si hubo errores, deja de personalizarlos. Evita colocar etiquetas o juicios: es mejor aceptarlos y repararlos. Despegarnos del dolor es la primera forma de decirle adiós a los resentimientos: comprender y aceptar nuestros errores y los de los demás.

El mejor secreto para no sufrir a causa del rencor es reconocer los daños que este sentimiento produce. Cuando nuestra mente está clara podemos entonces renunciar a los momentos malos, mantener distancia de las personas tóxicas, no crear expectativas, evitar fantasías sobre la realidad, evitar un guion para cada situación. Pero, sobre todo, no seamos esclavos de nuestros propios esquemas mentales. Cuando se comprende y se acepta la situación de la vida nos hacemos más sinceros con nosotros. Frenar el círculo vicioso del rencor a través de la actitud, el pensamiento y la acción, nos hará más libres y felices.

Publicado en la edición impresa de El Observador del 19 de agosto de 2018 No.1206

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