Continuando con el tema de los Diez Mandamientos, el Papa habló del “día de reposo”, “un mandamiento fácil de cumplir, pero es una expresión errada”, afirmó. “Descansar de verdad no es sencillo porque hay reposo verdadero y reposo falso”.
Francisco subrayó que “es necesario reconciliarse con la propia historia, con los hechos que no aceptamos, con las partes difíciles de la propia existencia”.
“¡Cuántas veces hemos encontrado cristianos enfermos que nos han consolado con una serenidad que no se encuentra en los que buscan placer o en los hedonistas!”. Y hemos visto personas humildes y pobres alegrarse de pequeñas gracias con una felicidad que sabía de eternidad”, puso de ejemplo.
El Papa preguntó entonces a los fieles: “¿Cuándo se convierte en hermosa la vida? Cuando se inicia a pensar bien de ella, sea cual sea”, respondió.
“La sociedad actual –dijo– está sedienta de diversiones y vacaciones. La industria de la distracción es floreciente y la publicidad diseña un mundo ideal como un gran parque de juegos donde todos se divierten”.
El Papa señaló que “el concepto de vida que domina hoy día no tiene el centro de gravedad en las actividades y en el compromiso, sino en la evasión”.
“Ganar para divertirse, apagarse. La imagen-modelo es la de una persona de éxito que puede permitirse amplios y diversos espacios de placer. Pero esta mentalidad hace resbalar hacia la insatisfacción de una existencia anestesiada por el divertimento que no es reposo, sino alienación y fuga de la realidad”.
El Papa aseguró entonces que “el hombre no ha descansado nunca tanto como hoy, pero a la vez ¡el hombre nunca ha experimentado tanto vacío como el de hoy!”.
Francisco habló del sábado como día de descanso, que es “el día de la contemplación y de la bendición”.
El reposo “es el momento de la contemplación de la alabanza. Es el tiempo de mirar la realidad y decir: ¡qué bella es la vida!”.
“Al descanso como fuga de la realidad, el Decálogo contrapone el reposo como bendición de la realidad”, comentó.
El Obispo de Roma explicó que “para nosotros los cristianos, el centro del día del Señor, el domingo, es la eucaristía, que significa ‘acción de gracias’. Es el día para decir a Dios: gracias por la vida, por tu misericordia, por todos tus dones”.
“El domingo no es el día para eliminar los otros días sino para recordarlos, bendecirlos y hacer las paces con la vida diciendo: ‘la vida es preciosa, no es fácil, a veces es dolorosa, pero es preciosa’”.
Por tanto, “ser introducidos en el descanso auténtico es una obra de Dios en nosotros, pero requiere alejarse de la maldición y de su atracción”.
“La bendición y la alegría implican una apertura al bien que es un movimiento adulto del corazón. El bien es amoroso y no se impone nunca”, sino que “es elegido”.
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