En su homilía durante la Misa celebrada este lunes 3 de septiembre en su residencia de la Casa Santa Marta, en el Vaticano, el Santo Padre explicó cómo Jesús empleaba el silencio para derrotar al diablo cuando éste se metía en el corazón de las personas.
Como ejemplo de ello, se refirió al fragmento del Evangelio del día, de San Lucas, en el que se narra su enseñanza en la sinagoga de Cafarnaúm y cómo se revela al pueblo proclamando que las palabras del profeta Isaías se cumplían en Él: “Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy”.
Ante el revuelo ocasionado entre los oyentes mostrando incredulidad y asombro por las palabras de Jesús, su paisano al que conocían de toda la vida, el Señor responde con palabras duras, lo que provoca la ira de la gente: “Levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó”, dice el Evangelio.
Francisco explicó que aquellas gentes no se comportaban como personas, sino como “una jauría de perros salvajes que lo sacaron fuera de la ciudad. No razonaban, gritaban. Jesús callaba. Lo llevaron a lo alto de un monte para despeñarlo”.
El Santo Padre destacó la actitud silenciosa de Jesús, y cómo consigue librarse de la muchedumbre enfurecida con total facilidad. “La dignidad de Jesús: con su silencio vence a aquella jauría salvaje y se marcha, porque aún no había llegado la hora”.
Según señaló el Papa, el cambio de actitud de las gentes de Cafarnaúm –que pasaron de acudir a la sinagoga empujados por la curiosidad de ser testigos de los que haría y diría Jesús, a querer asesinarlo– responde a la acción del diablo.
El Pontífice aseguró que es lo mismo que ocurrió el Viernes Santo: “La gente que el domingo llevaba las palmas, festejaba la llegada de Jesús y lo aclamaba diciendo ‘bendito tú, hijo de David’, pasó a gritar ‘crucifícalo’. Habían cambiado. El diablo había sembrado la cizaña en el corazón, y Jesús se mantenía en silencio”.
La enseñanza de Jesús, continuó el Papa, es que “cuando se produce esta reacción que impide ver la verdad, sólo se puede actuar con el silencio”.
“El silencio que vence, por medio de la Cruz. El silencio de Jesús. Pero cuántas veces en las familias comenzamos una discusión sobre política, sobre deporte, sobre dinero y una vez y otra esas familias terminan destruidas. Destruidas por discusiones en las que se ve que es el diablo el que quiere destruir”.
Frente a esa situación el Papa propone el silencio. “Porque la verdad es tierna, la verdad es silenciosa, la verdad no es ruidosa. No es fácil hacer lo que hizo Jesús, pero está la dignidad del cristiano que permanece anclada a la fuerza de Dios”.
“Con las personas que no tienen buena voluntad, con las personas que tan sólo buscan el escándalo, que tan solo buscan la división, que sólo buscan la destrucción, incluso en las familias: silencio. Y oración”, concluyó el Papa.
Evangelio comentado por el Papa Francisco:
Lucas 4:16-30
16 Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura.
17 Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:
18 El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos
19 y proclamar un año de gracia del Señor.
20 Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él.
21 Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.»
22 Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?»
23 El les dijo: «Seguramente me vais a decir el refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria.»
24 Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria.»
25 «Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país;
26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón.
27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio.»
28 Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira;
29 y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle.
30 Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.
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