Desde esa experiencia que conté ayer, mi visión de esa época cambió totalmente. Leí y leí muchísimo para construir esa novela titulada La tempestad de Dios. Y, en el último año, con toda sinceridad, todavía ha cambiado más mi comprensión de la sencillez de la vida espiritual del Caudillo, un hombre que se hizo un niño ante Dios, y de su hondura. Su relación con Dios fue la cosa más importante de su vida.
Resulta llamativas las declaraciones unánimes de obispos que tanto admiro con monseñor José María García Lahiguera o monseñor Guerra Campos, solo por citar a dos obispos santos. No hace falta hacer una lista de elogios después de su muerte. Otros la han hecho:
https://fnff.es/historia/904918733/Asi-hablaron-los-obispos-sobre-la-figura-de-Francisco-Franco.html
Pero sí que llamo la atención de un hecho rescatado por Luís Suárez en la documentación que ha puesto a la luz: cuando Pablo VI llega al solio pontificio, su prioridad es cambiar al episcopado de España, porque reconoce que todos los obispos de España se deshacen en elogios hacia el Jefe del Estado y forman una piña inquebrantable con él.
Cuando Pablo VI de forma directa, insisto, de forma directa y personal, (y de forma cada vez menos disimulada) comenzó a dejar claro que había premios para los que se desligasen del régimen, se encontró con que los obispos cerraron filas con el Jefe del Estado. Hubo premios y pequeñas venganzas. Se le dejó muy claro al, entonces, arzobispo de Madrid que por eso no se concedió el cardenalato.
Lo más triste de todo esto fue que Franco lo supo. Jamás, ni los más íntimos le escucharon una crítica ni respecto al papa ni respecto a los nuevos jóvenes obispos. Basta leer las memorias del cardenal Tarancón. Se pueden leer otras muchas memorias. Con razón, con toda razón, que Dalí dijera es “un santo, un místico”. Obsérvese, en esta foto, la mirada de Dalí y la de Franco.
Dalí, con esos ojos que manifiestan todos sus problemas sexuales y sus complicaciones internas. La mirada de Franco, serena, paternal. Dalí no puede resistir esa mirada que profundiza en su alma, siente pudor, se siente nervioso. Pocas veces una foto es una radiografía abierta de dos miradas detrás de las cuales hay dos vidas: la vida en desorden moral, la vida en el orden de Dios.


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