Me escribió Lucía:
“P.Fortea está en su derecho de definirse como un cura franquista pero también muchos católicos tenemos derecho a considerarnos antifranquistas totales, y comprenderá que tantos post lisonjeros sobre Franco nos deja desconcertados y nos retrotrae a la época del nacional catolicismo que creíamos superada. Bien, es cierto, que buena parte del clero español de hoy, no coincide con su visión”.
A continuación, mi contestación a esta buena persona:
Durante años, me he callado. Pero ahora quiero defender en voz alta la memoria de aquellos que lucharon por el honor de Dios. Sabéis lo que para mí significó la película Becket. Es muy fácil elogiar a un santo de una época lejana, y callar ante la calumnia contra aquellos que incluso dieron la vida para yo poder nacer libre en un país libre, y nacer cristiano en un reino cristiano.
El haber hablado con claridad acerca de mi postura ante el separatismo, el feminismo radical, los lobbies LGTB y ante la Guerra Civil se basan en el deber que siento de expresar la verdad. Los que creemos en una moral objetiva, los que nos basamos en los antiguos tratados de moral, creemos (no soy yo solo) que ya ha llegado el momento de decir las cosas claras. Ya ha pasado el tiempo de la prudencia: van a por nosotros. Al menos, el tiempo que nos quede digamos la verdad plena y con la cara bien alta.
Pero eso sí, a muchos en la ciudad en la que vives, sí que les parecía lo más normal del mundo escuchar homilías en euskera en las que se hablaba del derecho a la autodeterminación et alia quae praetereo. También parecía lo más normal del mundo que el coadjutor de mi parroquia de san Francisco dejara libros (de lectura espiritual) en los que se hablaba de la lucha por los pobres en Nicaragua. También estaba muy mal visto que un confesor le dijera a un penitente que un católico no puede votar al partido socialista.
Cuando el error se ha extendido de tal manera, hasta parece aberrante que defendamos la memoria de aquellos que en 1936 salieron a hacer frente a los que mataban en nombre del error. Parece aberrante luchar con los medios necesarios frente a la violencia del error. Parece aberrante luchar frente a la violencia. Parece inaceptable defender que un hombre y una mujer deban tener los mismos derechos ante un juez.
Querida Lucía, tú abraza los dogmas (que es lo importante) y piensa lo que quieras sobre lo opinable. Pero yo estoy del lado de monseñor Garcia Lahiguera, monseñor Guerra Campos y monseñor Marcelo González Martín.
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