“Creo que si solo usamos el sentido común para comparar manzanas con manzanas para las métricas que sabemos que son necesarias –como la densidad, por ejemplo–, entonces no hay realmente ningún tipo de razón científica objetiva por la cual la Misa sea más peligrosa que ir al supermercado. Creo que la diferencia aquí es un riesgo percibido”, dijo el Dr. Andrew Wang, inmunobiólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale.
Wang dijo que si bien es imposible eliminar todos los riesgos, hay pasos que las iglesias pueden tomar para reabrir con prudencia la Misa y la confesión.
“Si tenemos las mejores prácticas para el hospital, para Home Depot, para Chick-fil-A, ¿por qué no tener las mejores prácticas para la Misa? Parece que seguiría de forma natural”, dijo a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI–.
Wang es uno de los siete médicos católicos que publicó el documento titulado “Hoja de ruta para reabrir nuestras iglesias católicas de manera segura”.
La hoja de ruta dice que los sacramentos son esenciales para los católicos y argumenta que “las iglesias pueden operar de manera tan segura como otros servicios esenciales”, siempre y cuando se tenga cuidado de formar y seguir planes cuidadosos.
Los protocolos de seguridad deben crearse con la ayuda de expertos médicos y es posible que tengan que ajustarse con el tiempo para reflejar las realidades cambiantes y las recomendaciones médicas en un área determinada, señaló.
El documento pide que se celebre la Misa con distanciamiento social y el uso de máscaras y desinfectante para manos. Se debe evitar cantar, y aquellos que están enfermos o creen que pueden haber estado expuestos al virus deben quedarse en casa, precisa.
También se exige que las confesiones se realicen en áreas exteriores o bien ventiladas, con el uso de máscaras, una barrera impermeable entre el sacerdote y el penitente, y la desinfección frecuente de las superficies.
A medida que el nuevo coronavirus se extendió en marzo, todas las diócesis católicas de los Estados Unidos redujeron las Misas con fieles para prevenir la propagación de la enfermedad. Sin embargo, a partir de mediados de abril, algunas diócesis han comenzado a reanudar las celebraciones con público.
El 22 de mayo, en una conferencia de prensa, el presidente norteamericano Donald Trump dijo que los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) estarían “bajo mi dirección” emitiendo una nueva guía para que las iglesias reabran. Dijo que estaba identificando las casas de culto como “lugares esenciales que brindan servicios esenciales”, y señaló que los gobernadores estatales habían clasificado establecimientos como licorerías y clínicas de aborto como proveedores de servicios esenciales, pero no las iglesias.
El anuncio de Trump se produce después de que los CDC redactaran una guía para reabrir negocios, iglesias y otros lugares de alojamiento público a principios de este mes. Sin embargo, el 7 de mayo, Associated Press (AP) informó que la administración Trump había archivado un informe de 17 páginas de los CDC que incluía una “Guía provisional para comunidades de fe”.
El miércoles, The Washington Post informó que la Casa Blanca presionó contra los CDC sobre la orientación para las iglesias, con la preocupación de que no quería limitar innecesariamente la libertad de las iglesias.
Los críticos de la decisión han argumentado que las reuniones de la iglesia podrían provocar brotes adicionales del coronavirus, lo que ha provocado más de 93 mil muertes en los Estados Unidos, según los CDC.
Sin embargo, Wang dijo que cree que las pautas cuidadosas pueden ayudar en los esfuerzos por reabrir prudentemente las iglesias. Asimismo, reconoció que el anuncio de Trump fue “muy alentador”.
Las pautas establecidas en la “Hoja de ruta para reabrir nuestras iglesias católicas de manera segura” son el fruto de una cuidadosa consideración, pues abordan los puntos principales que se conocen actualmente sobre la transmisión del coronavirus, dijo.
Al implementar las pautas, Wang comentó que las parroquias deberán tener en cuenta el contexto local. Por ejemplo, una gran iglesia suburbana con un estacionamiento considerable puede celebrar una Misa al aire libre, mientras que una iglesia urbana puede tener más dificultades para hacerlo.
También señaló que la hoja de ruta es “un documento hecho por médicos, no por liturgistas, por lo que las consideraciones son realmente puramente médicas” y es posible que deban adaptarse según lo consideren apropiado las autoridades de la Iglesia.
Al desarrollar el documento, Wang dijo: “En lo que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo fue en la Eucaristía, porque ese es un caso especial que la tienda de comestibles o Walmart no tiene”.
“El momento en el que se lleva la hostia presenta un desafío realmente especial. Esto se discutió extensamente, de modo que todos tuvimos un consenso sobre cuáles serían las prácticas más seguras para ese momento en particular”, explicó el médico.
Finalmente, el grupo de médicos concluyó que la recomendación más segura es recibir la Comunión en la mano y no en la lengua.
Wang hizo referencia a un estudio reciente que muestra que es mucho más fácil de recoger el virus de la saliva que de un hisopo nasal.
“Si bien la información completa sobre el riesgo sigue siendo desconocida, recibir en la lengua en este caso, con este virus en particular, puede presentar un riesgo mayor que la recepción en la mano”, explicó.
Aunque reconoció que algunas personas pueden oponerse a esto, Wang dijo que en su perspectiva, “todo se reduce a, ¿es mejor no tener comunión en absoluto y, por extensión, no tener Misa?”
Agregó que las pautas del documento son recomendaciones, pero que los sacerdotes y obispos pueden hacer lo que les parezca.
Wang también abordó la preocupación de que los sistemas de HVAC (de climatización) puedan contribuir a la propagación del coronavirus, moviendo las partículas de aire contaminado incluso si las personas están espaciadas dentro de una iglesia.
La Misa al aire libre sería ideal para abordar esta preocupación particular, pero puede no ser logísticamente factible en todas las parroquias, agregó el especialista.
Aun así, dijo que después de un largo debate, la “evaluación de la literatura fue que no estaba del todo claro que la circulación de aire era necesariamente algo que sería limitante”. Subrayó que los laboratorios de investigación y otras instalaciones interiores también serían igualmente problemáticas si los sistemas de climatización desempeñaran un papel importante en la propagación del virus.
En última instancia, Wang dijo que ir a la iglesia en este momento no está exento de riesgos, al igual que cualquier otra actividad pública no está exenta de riesgos durante una pandemia. Señaló que las diócesis en todo el país han otorgado dispensas de la obligación dominical para aquellos que no pueden asistir o no se sienten cómodos con el riesgo involucrado.
Sin embargo, él cree que si las iglesias actúan con prudencia, pueden implementar pautas para minimizar el riesgo, al tiempo que ponen los sacramentos a disposición del pueblo de Dios.
“Simplemente esto se reduce a que una de las instituciones más antiguas del mundo tiene algún tipo best practices, pautas, sobre cómo se puede hacer esto de la manera más segura posible, según lo que sabemos actualmente sobre COVID”, concluyó Wang.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.
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