El 13 de octubre de 1917, día de su última aparición en Fátima y del “Milagro del sol”, la Virgen María se presentó como Nuestra Señora de los Dolores.
Esto había sido anunciado por la Madre de Dios a los niños en la aparición del 13 de septiembre: “En octubre vendrá nuestro Señor, así como Nuestra Señora de los Dolores y Nuestra Señora del Monte Carmelo. San José se aparecerá con el Niño Jesús para bendecir al mundo”.
Sor Lucía, una de los tres videntes de las apariciones en Portugal, describió en su libro “Llamadas del mensaje de Fátima” la conexión entre la Virgen de Fátima y Nuestra Señora de los Dolores.
La religiosa indicó que “María, hecha uno con Cristo, es la corredentora de la raza humana”.
En el texto Sor Lucía señaló que en el Calvario la Virgen “sufrió y agonizó con Él, recibiendo en su Inmaculado Corazón los últimos sufrimientos de Cristo, sus últimas palabras, su última agonía y sus últimas gotas de sangre, para ofrecerlas al Padre”.
Lucía agrega como su propia interpretación de esta visión de Nuestra Señora de los Dolores, que Dios desea “mostrarnos el valor del sufrimiento, del sacrificio y la inmolación en nombre del amor. En el mundo de hoy difícilmente alguien quiere escuchar estas verdades, tal es el grado en que las personas viven en busca de placer, de felicidad mundana vacía y de una comodidad exagerada. Pero cuanto más uno escapa del sufrimiento, más nos sumergimos en un mar de aflicciones, desilusiones y sufrimiento”.
Jesús y la Virgen se aparecieron a Sor Lucía el 10 de diciembre de 1925 en el convento de Pontevedra (España).
La religiosa recordó que Cristo expresó: “Tengan compasión del Corazón de su Santísima Madre, cubierta de espinas, con la cual hombres ingratos la perforan en todo momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para eliminarlos”.
Entonces la Virgen dijo a Lucía: “Mira hija mía a Mi Corazón, rodeado de espinas con las que los hombres desagradecidos me perforan en todo momento por sus blasfemias e ingratitudes. Al menos intenta consolarme y decir que yo prometo ayudar a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, todos aquellos que, en el primer sábado de cinco meses consecutivos, confiesen, reciban la Sagrada Comunión, reciten cinco decenas del Rosario y me hagan compañía durante quince minutos mientras meditan sobre los quince misterios del Rosario, con la intención de repararme”.
Una vez más, consolar sus dolores también significa poner práctica lo que ella dijo en cada aparición, incluyendo la del 13 de octubre: “Quiero que continúen rezando el Rosario cada día”.
Aquí está la lista de los siete dolores de la Virgen María:
Primer Dolor: La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús.
Segundo Dolor: La huida a Egipto con Jesús y José.
Tercer Dolor: La pérdida de Jesús.
Cuarto Dolor: El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario.
Quinto Dolor: La crucifixión y la agonía de Jesús.
Sexto Dolor: La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto.
Séptimo Dolor: El entierro de Jesús y la soledad de María.
Puede conocer más sobre ellos AQUÍ.
Así pues, hagamos caso al mensaje de Fátima y consolemos a Nuestra Señora de los Dolores.
Traducido y adaptado por María Ximena Rondón. Publicado originalmente en el National Catholic Register.
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