Cardenal José Francisco Robles Ortega,
Arzobispo de Guadalajara
Hermanas y hermanos muy apreciados:
El Señor busca a los que no tienen claro lo que quiere Dios, cuál es su mensaje, su promesa; que no saben de su condición de queridos por Él.
Tenemos también, en este tiempo, muchos ambientes, espacios y sectores en los que hace falta que los discípulos de Cristo nos hagamos presentes para dar testimonio del Señor.
Jesús proclamaba un mensaje sencillo: “Arrepiéntanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”. Este Reino nunca viene definido explícitamente, pero sí lo describe el Señor de muchas formas, de lo cual concluimos que Dios quiere ser para nosotros un verdadero Padre providente, amoroso e infinitamente misericordioso.
Asumir el Reino de Dios significa que sabemos que Dios es nuestro Padre, que aceptamos ser hijos dignos de Él. Este Reino, por lo tanto, se identifica con la Persona de Jesucristo. Él es la presencia misma y la encarnación de este Reino, porque en Jesús, Dios se ha manifestado plenamente como Padre, y Jesús se comportó y se condujo siempre como verdadero Hijo de Dios.
¿Cuáles son las señales para saber que el Reino de Dios está presente?: la justicia, el amor, la paz, la concordia, la fraternidad, la solidaridad, el servicio desinteresado a la vida y a los demás. Si Dios es el único Padre, y nosotros somos sus hijos, por lo tanto, nosotros somos hermanos, de lo que se deduce cómo debemos comportarnos entre nosotros: con respeto, fraternidad, misericordia, auxilio para los que sufren.
Ésta es la expresión viva del Reino de Dios, sobre todo en la santidad de nuestra vida, en la manera de comportarnos y en los criterios que nos guían. El Evangelio no nos presenta a Jesús como un predicador solitario, Él solo, con su idea. Al contrario, lo primero que hace es allegarse de sus discípulos, hacerse una comunidad de discípulos.
A los que Él llamó, el Señor los encuentra haciendo su trabajo, en su tareas ordinarias, y les pide que se agreguen a su comunidad, que anuncien que el Reino de Dios ya está entre nosotros, y que el Reino es Jesucristo.
Esta comunidad fue aumentando hasta que se formó la Iglesia. Nosotros somos la comunidad de Cristo en el mundo, y estamos elegidos para anunciar el Reino de los Cielos presente. ¿Cómo lo vamos a anunciar?: viviendo con la dignidad de hijos de Dios, en coherencia de ser hijos de tal Padre y practicando la fraternidad para con todos. Si vivimos así, estamos anunciando el Reino, y lo que comenzó hace dos mil años en Galilea se va extendiendo a todo el mundo.
¿Qué tenemos que hacer?: convertirnos, cambiar, dejar a un lado todo lo que contradiga y no sea digno de los que es ser hijos de Dios y hermanos unos de otros. Y que vivamos en unidad, no divididos, no en contraposición entre nosotros; menos aún en confrontación.
Yo les bendigo en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
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