Sonia Gabriela Ceja Ramírez
Los tiempos cambian y ante el vertiginoso “progreso” los valores morales y religiosos pareciera que caen cada vez más en desuso y poco a poco van relegándose al olvido.
En los últimos años, el porcentaje personas que asisten a Misa ha ido a la baja, en algunas comunidades esta tendencia es casi imperceptible los domingos, pero entre semana se observan las bancas vacías y la poca asistencia corresponde, en su mayoría, a adultos mayores.
En cien años, de 1910 al año 2010, el número de católicos en México creció en 4 millones de personas, pero en porcentaje, México pasó de tener 99.5 por ciento de católicos, tener a un 82.7 por ciento, según datos del INEGI.
Para el Arzobispado de Guadalajara la situación no ha variado dramáticamente, pues según el vicario general de la diócesis, Pbro. Jesús García Zamora, actual párroco de La Madre de Dios, las parroquias registran más o menos el mismo número de sacramentos, es decir, las personas continúan contrayendo matrimonio religioso, bautizan a sus hijos, completan los sacramentos de iniciación cristiana y vuelven a la Iglesia cuando sus días terminan para la celebración de exequias.
Sin embargo, si hablamos de católicos comprometidos y bien formados en la fe, el número baja drásticamente, pues son muy pocos los fieles que reciben una catequesis sobre todo en su etapa adulta, y también son muy pocos los que participan dentro de sus parroquias en algún apostolado.
No queremos vivir una fe adulta
Y es que, de inicio a la gente no le gusta prepararse, lo ven como una obligación y no como una oportunidad de formarse en la fe.
Lejos de la catequesis infantil que se ofrece en las parroquias para acompañar a los niños en su crecimiento religioso, para los adultos, la Iglesia tapatía ofrece además de la catequesis en algunas comunidades, las pláticas presacramentales para papás y padrinos de niños y adolescentes que van a recibir los sacramentos de iniciación cristiana (bautismo, primera comunión, confirmación) o bien, para quienes van a recibir el sacramento del matrimonio.
Si bien es cierto que hay quienes acuden con buena disposición, también hay quienes lo hacen “por obligación”, de mala gana o incluso caen en prácticas de corrupción comprando comprobantes falsos o inventando pretextos para no asistir a las pláticas presacramentales.
El padre Antonio Godina Tejeda, titular de la Sección Diocesana de Evangelización y Catequesis (SEDEC) señaló que lo que la Iglesia ofrece como pláticas presacramentales son precisamente temas sobre los sacramentos, qué significan y a qué comprometen, así como cuál es la forma vivirlos de la mejor manera.
Hacerlos vida
Explicó que canónicamente, obtener el sacramento es un derecho de los cristianos: “Si hubiera una razón profunda por la cual no puede o no quiere recibir la catequesis presacramental, no se le podría obligar a hacerlo, hablando canónicamente. Aunque la cuestión canónica es la normativa y la que nos marca las pautas, pastoralmente uno busca también cómo acompañar.
“En ese sentido también hay un canon que es el 813, que dice que no se den los sacramentos sin un mínimo de preparación porque no habrá una comprensión de lo que se recibe, ni tampoco habrá una proyección para vivirlo.
“No debemos ver la preparación como una preparación para el sacramento como tal sino como una formación para la vida cristiana. Ese es el gran desafío, que la vivencia del sacramento, nos lleva a su vez, a proyectarlo y a asumirlo en la vida cotidiana. De ahí la importancia de comprender el sacramento. Debemos cambiar el paradigma”, argumentó el P. Godina.
Generalmente la catequesis tiene 3 momentos:
• El anuncio kerigmático, en el que se anuncia a Jesucristo como punto de partida. Esto va aunado al Plan Diocesano de Pastoral.
• La segunda parte, es la iniciación cristiana, donde se presenta el cuadro general de los sacramentos, para introducirnos en familia, con los padrinos y como comunidad, a un estilo de vida que tenga que ver con los valores del Evangelio.
• El tercer contenido, tiene que ver con la cuestión de las rúbricas para comprender los signos y los símbolos en torno al sacramento, para, a partir de su interpretación, entenderlos y vivirlos en la vida cotidiana.
Unificar criterios
El responsable de la SEDEC, dijo que si bien existen pautas a nivel diocesano, falta ser más precisos: “Aunque hay criterios canónicos, pastorales, e iniciáticos y sobre los sacramentos, que da la catequesis, falta la unificación de criterios en toda la diócesis. La gente se sorprende porque de una parroquia a otra cambia la documentación que se pide y la tramitología, por ejemplo, y como no hay una unificación clara, se van a donde más les conviene y a veces, esa es la oferta menos proyectiva y menos contundente.
“En cuanto a los comprobantes, algunas personas caen en la corrupción comprando comprobantes falsos de pláticas presacramentales. Hemos adoptado una la cultura de lo fácil, queremos lo más rápido y lo que menos nos implique.
“La unificación de criterios es fundamental y hacia allá vamos con el VI Plan Diocesano, y también por parte de la Sección Diocesana de Evangelización y Catequesis estamos trabajando en una propuesta para la unificación de estos criterios. Los que, por otra parte, habrá que observar y cumplir porque si no entendemos los procesos pastorales y cada quien sigue tomando en cuenta su realidad, lo único que hacemos es confundir a la gente.
“La gente con sus palabras muy sencillas nos dice: ‘Primero pónganse de acuerdo ustedes y luego ya me dicen’”.
Vivir lo que celebramos
Enfatizó que “el Evangelio es una serie de principios de vida, y los sacramentos son signos sensibles y visibles que nos transmiten la gracia y la condición de vida invisible, pero sí perceptible”.
Señaló que para las ceremonias sacramentales como la celebración de los XV años, muchas comunidades parroquiales también ofrecen cierta preparación. “Se busca darle sentido de fe y religioso al momento cultural y social.
“La Eucaristía sí es un sacramento. La celebración de la Eucaristía con motivo de los XV años no lo es, pero podemos aprovechar ese momento para que a través de la catequesis, con este acontecimiento se sepa dar a Dios gracias por el don de la vida y que se sepa también proyectar la vida desde los valores del Evangelio. Es decir, que muchachos y muchachas sepan construir su proyecto de vida hacia el futuro.
“Una de las situaciones que se ve con las quinceañeras es que muchas de ellas no están confirmadas o no han hecho ni siquiera la primera comunión”.
Apuntó que en el Sagrario Metropolitano, templo de donde es párroco, es común ver a las personas que van a contraer matrimonio, que llegan a confirmarse para obtener el “papelito”, pero no les interesa el sacramento ni su valor, quieren completar la tramitología para poder contraer nupcias, pero también estas ocasiones representan oportunidades para evangelizar.
La buena noticia es que hay mucha gente que sí busca el sacramento de buena fe, “prevalece en nuestra comunidad una cultura religiosa”.
Formar para acompañar
“El gran reto de nuestra vida cristiana es forjar ambientes donde, desde la misma comunidad se pueda respaldar la vida que deseamos para otros.
“Tres de nuestros sacramentos son de iniciación, y quienes nos inician en un estilo de vida, son los miembros de nuestra comunidad, de forma más directa, nuestras familias, nuestros papás y padrinos, personas que deben ser un referente en su forma de llevar una vida cristiana, desde la fe y desde los valores. El acompañamiento día a día se debe estructurar desde la vida comunitaria”.

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