Hacer arte cristiano no es fácil. Para que el artista pueda hacer una obra de este tipo tiene que estar necesariamente unido a Jesucristo y, por lo tanto, conocerlo a través de los Evangelios, llevar una vida de gracia y frecuentar los sacramentos. Y, finalmente, el artista cristiano ha de recibir una inspiración de lo Alto, la cual se irá revelando conforme va elaborando la obra artística. En este sentido puede decirse que lo que el artista hace a través de los carismas que Dios le ha regalado es dar testimonio.
Pues bien, es precisamente por la falta de formación cristiana y espiritual que hoy es tan difícil para el ser humano crear arte sacro. Y siempre ha ocurrido que las épocas de crisis religiosa y moral van acompañadas de crisis artísticas.
Sin embargo, la necesidad del arte sacro es imperiosa, pues desempeña un papel decisivo en la conversión de la humanidad. Con él, en los pasados siglos la Iglesia no sólo glorificó a Dios, sino que convirtió, evangelizó y catequizó a los hombres.
A partir del concilio Vaticano II se sigue considerando su función de dar esplendor y belleza a los lugares, objetos y ceremonias litúrgicas. A través dela constitución Sacrosanctum concilium —sobre la sagrada liturgia—, la Iglesia admite en el culto divino «todas las formas de arte auténtico que estén adornadas de las debidas cualidades», incluso «aceptando los cambios de materia, forma y ornato que el progreso de la técnica introdujo con el correr del tiempo»; pero pide que «sean excluidas de los templos y demás lugares sagrados aquellas obras artísticas que repugnen a la fe, a las costumbres y a la piedad cristiana y ofendan el sentido auténticamente religioso, ya sea por la depravación de las formas, ya sea por la insuficiencia, la mediocridad o la falsedad del arte».
Los grandes artistas modernos han tratado de comprender este llamado al tiempo mismo de hacer uso de su libertad para crear obras sagradas. Y los resultados finales han dependido de su buena, regular o mala formación y práctica cristiana. Hay, por ejemplo, templos, capillas, esculturas y pinturas que a pesar de su modernidad generan aceptación entre los fieles; pero es más común que se observe un rechazo del Pueblo de Dios hacia la mayoría de estas obras debido a su falta evidente de sacralidad, o a que disfrazan de cristiano lo que no es.
D. R. G. B.
TEMA DE LA SEMANA: ¿LA ARQUITECTURA TIENE RELIGIÓN?
Publicado en la edición impresa de El Observador del 26 de agosto de 2018 No.1207
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