Ante una multitud de fieles que, pese a la intensa lluvia que ha caído sobre Roma, esperaba las palabras del Pontífice, Francisco aseguró que los frutos del Sínodo “ya están fermentando, como hace el zumo de la uva en los barriles tras la vendimia. El Sínodo de los jóvenes ha sido una buena vendimia y promete buen vino”.
Recordó que “la esperanza de Dios no es un milagro, como ciertas publicidades donde todos aparecen sanos y bellos, sino una promesa para la gente real, con virtudes y defectos, potencialidad y fragilidad”.
En sus palabras, el Santo Padre explicó que las semanas del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, celebrado desde el 3 hasta el 27 de octubre en Roma, “ha sido un tiempo de consolación y de esperanza por medio de un trabajo comprometido y duro”.
“Ha sido, sobre todo, un momento de escucha: escuchar, de hecho, exige tiempo, atención, apertura de la mente y del corazón. Pero este compromiso se transformaba cada día en consuelo, sobre todo para que tengamos en medio de nosotros la presencia vivaz y estimulante de los jóvenes, con sus historias y sus contribuciones”.
Señaló que “por medio del testimonio de los padres sinodales, la realidad multiforme de las nuevas generaciones ha accedido al Sínodo, por decirlo de determinado modo, por todas partes, de cada continente y de muchas situaciones humanas y sociales diferentes”.
“Con esta actitud fundamental de escucha, hemos tratado de leer la realidad, de acoger los signos de estos nuestros tiempos. Un discernimiento comunitario hecho a la luz de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo”.
Afirmó que uno de los dones más bellos que el Señor hace a la Iglesia Católica, es “acoger voces y rostros de las realidades más variadas y así obtener una interpretación que tenga en cuenta la riqueza y la complejidad de fenómenos, siempre a la luz del Evangelio”.
Así, en estos días, “hemos confrontado sobre como caminar juntos por medio de muchos desafíos, como el mundo digital, el fenómeno de las migraciones, el sentido del cuerpo y de la sexualidad, el drama de las guerras y de la violencia”.
Regresando a la idea de los frutos del Sínodo, el Papa afirmó que “el primer fruto de esta Asamblea sinodal debe estar en el mismo ejemplo del método”, es decir, “un estilo sinodal que no tiene como objetivo principal la elaboración de un documento, aunque sea precioso y útil”.
“Más importante que el documento es, sin embargo, que se difunda un modo de ser y de trabajar juntos jóvenes y ancianos, en la escucha y en el discernimiento para llegar a elecciones pastorales que respondan a la realidad”, finalizó.
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