En diálogo con ACI Prensa, el P. Fortea precisó que “la respuesta no es simple”.
“En sí misma, la celebración de esta fiesta tal como era hace cien años, doscientos años, no tenía nada de malo, y mucho menos en una sociedad tan cristiana como era la norteamericana hace 50 años se reducía a disfrazarse y a visitar las casas, nada más”.
En esa época, dijo, “los disfraces eran muy inocentes y bondadosos. Uno se disfrazaba de zanahoria, otro de sheriff, otro de bombero, no había nada de malo”.
Sin embargo, precisó, “lo que pasa es que hace ya unos decenios, esta fiesta empezó poco a poco a tomar unos aspectos más relativos a la brujería, a cosa de tipo escabroso, y los disfraces ya no eran disfraces inocentes –uno de piloto y otro de médico–, sino que cada vez eran disfraces más sangrientos, que tenían que ver con lo gore o con la brujería”.
El gore es un género de cine que abunda en imágenes sangrientas y el sufrimiento físico extremo.
“Entonces sí que ha habido una evolución de esta fiesta que ha sido muy negativa”, señaló el sacerdote, y advirtió que en Halloween “cada vez más lo que tiene que ver con la brujería va cobrando preponderancia”.
Pero que los niños se disfracen en Halloween, dijo, “no podemos decir taxativamente que es demoniaco, porque hay padres que realmente creen en Jesús, buenos católicos, que se limitan a poner un buen disfraz a su hijo, a una pequeña celebración en el colegio y ya está”.
“Hay que usar el sentido común”, dijo, y recordó que una madre perteneciente al Opus Dei le hizo la misma consulta.
“Está en un colegio de Madrid. Simplemente van a hacer una fiesta en el colegio, su hija tiene 6 años, todos se van a disfrazar de algo. Me decía: ¿hay algún problema en que mi hija de 6 años se disfrace de algo?”.
Para el P. Fortea, la madre, “aunque tiene el derecho de negarse a ello, tampoco vería yo algún problema en una cosa tan inocente”.
“Claro, hay otros casos en los que el disfraz es tremendamente monstruoso, lleno de sangre, de vísceras, de cicatrices, eso es desagradable, eso no lo veo moralmente neutro”, precisó.
A esta situación, el sacerdote añade que “la fiesta de Halloween los medios de comunicación cada vez más están derivándola hacia la brujería”.
“Yo creo que el sentido común nos hace ver que la fiesta de Halloween hoy por hoy sigue unos derroteros muy negativos, que no sabemos dónde van a acabar”.
“Pero si una madre quiere no destacarse y que su hija lleve un disfraz, yo no lo vería tampoco eso negativo”, dijo, pidiendo una vez más recurrir al “sentido común”.
¿Las películas de terror atraen demonios?
Consultado por si las películas de terror pueden provocar actividad demoniaca, el teólogo español precisó que “yo hablaría más bien de lo pecaminoso más que de los demonios, porque los demonios están en torno a nosotros, vienen de vez en cuando, nos tientan. Pero no están siempre en cada momento a nuestro lado”.
“Todo lo que es pecado los atrae, pero todo pecado, sea del tipo que sea”.
El P. Fortea indicó que “sí que hay películas que son verdaderamente desagradables, porque son gore, son películas que cualquier persona normal no puede sentir más que desagrado”.
“Y esto es lo que desde hace tiempo cada vez más gente siente atracción por la sangre y las vísceras y cuanto más espantosas sean las escenas, más disfrutan. Es algo social, aquí no vale para solucionar el problema con que alguien dé un sermón”.
El sacerdote lamentó que “es una sociedad la que va derivando hacia allí”.
“Yo creo que al final los que creemos en el Evangelio debemos intentar llevar una vida lo más acorde a lo que es lo natural, lo que Jesús quiere. Pero desgraciadamente nuestra capacidad, en la mayoría de los países, para influir en el camino que lleva es limitada y cada vez va siendo más limitada”.
“Pero hay que dejarlo claro: hay películas que, por su contenido sangriento, su carácter tan antinatural, tan lesivo de la dignidad que tiene la naturaleza humana, no deberían ser vistas. Y ciertamente podemos entrar en lo que es pecado”, advirtió.
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