Lic. Lupita:
¿Qué debo hacer con un esposo que, bajo los efectos del alcohol, se muestra agresivo conmigo? Veo a mis hijos sufrir por ello. Cuando el más pequeño trata de defenderme, su padre lo trata peor. Yo me siento impotente, pues no sé, cómo proteger a los niños sin generar más coraje en él y que salga todo peor.
Ma. Eugenia R.
Muy estimada en Cristo, Maru:
Es maravilloso tener conciencia plena de que la violencia debe erradicarse completamente de cada hogar. ¡Y esto es posible!
Transformar nuestro hogar requiere inteligencia, voluntad y amor.
Los matrimonios debemos detenernos para platicar y definir un proyecto de vida en común.
La falta de esta reflexión ha traído gran confusión al hombre del siglo XXI, que hoy por hoy es gobernado por sus pasiones, emociones y vicios. Es vital volver a conquistar la fuerza de voluntad y las otras facultades que humanizan al hombre: inteligencia y capacidad de amar. Enrique Rojas, autoridad mundial en psiquiatría, lo expresa magistralmente: “La voluntad es la piedra angular del éxito en la vida y uno de los más excelentes rasgos de la personalidad: hace al hombre valioso y le permite lograr sus objetivos. Pero la voluntad necesita ser educada; no se alcanza porque si, sino tras luchar por cosas pequeñas una y otra vez. La mejor manera de fortalecerla es a través del orden, la constancia y la disciplina, con alegría”.
Los padres de familia debemos tener claro que somos ejemplo para nuestros hijos y que es necesario practicar los valores que deseamos transmitirles. Dejar el consumo inapropiado del alcohol, controlar nuestra ira, evitar descalificaciones y toda forma de maltrato en el hogar, son acciones necesarias para realizar nuestro proyecto de vida en familia.
Con reflexión y fuerza de voluntad se restaura el verdadero ambiente familiar. Si pudiésemos definir una ruta crítica para lograrlo, ésta podría incluir los siguientes pasos:
- Reflexión profunda acerca del sentido de nuestra vida.
- Aceptación humilde de los aspectos que son negativos y debemos cambiar.
- Aprendizaje de los valores que deben ser asumidos en familia (inteligencia).
- Determinación para aprender lo que es correcto y realizarlo (fuerza de voluntad).
- Amar a nuestros hijos y hacer lo que se deba hacer por ellos.
Recordemos que todo este proceso implica esfuerzo, algo difícil de aceptar en la mentalidad de un hombre fascinado por la comodidad. Volvamos a la verdad sobre nuestra esencia: ¡Estamos hechos para amar!
Lo que vale, cuesta. No nos engañemos, una familia unida en el amor, implica necesariamente donación y sacrificio.
Lupita Venegas/Psicóloga
Facebook: lupitavenegas

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