Hay presidentes muy aburridos y sosos, previsibles como una sopa de fideos. A Trump todos los blogueros lo vamos a echar sinceramente de menos cuando algún día abandone el Despacho Oval. Donald ha sido y es luz y faro de tantas bitácoras.
¿Nadie ha pensado en una ópera en la que un presidente con casco en la cabeza y un pico en la otra haga un aria sobre la línea de la frontera marcada en el escenario?
Se me ocurren arias magníficas que podrían componerse mientras, en los compases finales, entra en escena una excelente coreografía de demócratas por un lado. En el otro lado del escenario, un coro de inmigrantes hace coro a esos últimos compases. Wagner hubiera hecho maravillas.
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