Hoy he acabado de dar los últimos retoques a una novela, Historias Hamletianas. Ese libro lo escribí en un mes de verano en Connecticut cuando tenía veintiséis años.
Llevaba años queriendo revisitar esta novela y añadir unas pocas páginas. No han sido muchas. Pero ahora, por fin, la considero ya acabada para siempre.
Por si alguien quiere leerla, aquí está:
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En otro orden de cosas, ha salido hace seis días la noticia de que el astronauta Buzz Aldrin lo primero que hizo al alunizar fue dar gracias a Dios en voz alta (y así quedó grabado), leer un versículo de la Biblia y tomar el pan de la comunión, según el rito presbiteriano.
Aquí podéis leer más detalles y escuchar el audio:
En esa época, los Estados Unidos, todavía un país cristiano, eran justo lo contrario de la atea Unión Soviética. Bueno, lo totalmente opuesto hubiera sido el Imperio Español. Si hubieran sido los nuestros los que alunizaran, lo primero que hubieran hecho hubiera sido construir una iglesia sobre la superficie lunar.
Bromeo, pero sí que entra dentro de lo posible que uno de los miembros de la tripulación hubiera sido un sacerdote para celebrar en la cápsula, posada sobre la superficie lunar, el santo sacrificio de la misa.
Los versículos que leyó fueron estos: Psalm 8: 3-4: “When I consider thy heavens, the work of thy fingers, the moon and the stars, which thou has ordained; What is man that thou art mindful of him? And the Son of Man, that thou visitest Him?”.
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El Imperio Español, tal como era en la época de Felipe II, era justo lo opuesto a la bestia apocalíptica soviética. Si nuestro imperio se hubiera mantenido como una antorcha en la historia de la Humanidad, como un imperio-guía para los estados seculares…
Qué gran pérdida fue que la Humanidad perdiera ese imperio que fue un don de Dios. Pero hay que reconocer que ese imperio ya no era lo que fue al final de la dinastía de los Habsburgos. La luz de esa corona brilló durante dos generaciones, después se extinguió. El imperio tardó más en disolverse, pero su luz ya se había extinguido antes. Si los reyes hispánicos hubieran sido fieles, tal vez la bendición de Dios hubiera descendido de un modo poderoso y el cetro de los emperadores españoles hubiera pervivido, como una realidad benéfica, para Europa y América durante varios siglos.
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