Libro: “Desde mi fe. Poesía católica”


Desde mi fe


Título: ”Desde mi fe”

Autor: Mari Carmen Hurtado Chamorro

Editorial: Lulu

Páginas: 159

Precio aprox.: 4′5 € en papel; 2 € eBook (pdf)

ISBN : 5800104087755

Año edición: 2014

Lo puedes adquirir en Lulu en papel y en eBook (pdf)


Desde mi fe. Poesía católica, de Mari Carmen Hurtado Chamorro.


Quién soy yo



Dios en su mano mi nombre ha grabado

cuando el mundo aún no existía

desde toda la eternidad

he sido pensado, creado y amado.

Yo, en este mundo finito

en que soy una nada en un Todo.

el todo infinito,

que todo lo puede, lo llena y transciende

es mi Padre

pensó en mi y me creó por amor.

Su huella y su imagen me es regalada

herencia de Vida que no tiene fin

en su mente infinita a mi me tenía

y a mi mente finita viene la pregunta

¿quien soy yo?

Peregrina que nunca va sola

que anhela la paz en su corazón

en silencio compañero del alma

deseo que hables para poderte escuchar.

Tu eres eterno misterio,

siento tu presencia y no te puedo ver

tras este misterio que es insondable,

errante en la vida, camino en la fe.

Arranca este velo, descubre el misterio

que quiero escucharte y tu Rostro ver

e igual que María deseo decirte

según tu Palabra en mi hágase.

Si Tu me has creado y me has dado vida

si eres mi Padre y Tu eres Dios

si soy tu heredera y soy tu imagen

ya sé lo que soy

yo soy hija tuya, soy hija de Dios

y todo hombre mi hermano

de cualquier raza o nación.



El título de este poema dice mucho acerca de la persona que ha escrito este libro de poesía católica.



Creer en Dios es un buen punto de partida para una vida. Así, cuando se tiene la certeza de haber sido creado por Aquel que es Todopoderoso, es posible ver lo que nos acontece con un punto de vista más apropiado y acertado.


Pero, además, sentirse hija de Dios es lo mismo que sostener que es hermana de todo aquel que ha sido Creado por el Padre. Y creados lo hemos sido cada uno de los seres humanos y a su imagen y semejanza.


Por eso, el libro que ahora presentamos se arraiga en la fe de quien lo ha escrito pues desde ella han salido las páginas que lo componen. Y lo han hecho con un acercamiento profundo al corazón de quien se sabe hija, porque lo es, de Dios.


Así, tanto las Bienaventuranzas como aquello que se refiere a las Sagradas Escrituras o los poemas que, siendo católicos, no se encuadran en ninguno de estos dos apartados, se centran en expresar el sentir de quien sabe que merece la pena ser cristiana y, así, describir cómo se siente un corazón que eso sabe y no olvida.


Por eso, cuando nos dice



El Sermón de la montaña

es la clave a encontrar

el sentido de la vida

para hallar felicidad



está centrando a la perfección lo que significa ser hijo de Dios y, sobre todo, lo que ha de ser, para quien así se llame, discípulo de Cristo que, en aquel monte donde proclamó qué era lo importante para nosotros, supo que muchos sí iban a seguirlo de verdad.


O cuando escribe en “Dios creó al mundo” que



Cuando Dios creó al mundo

con tan grande perfección

al hombre doto de vida

y le dio el don mejor:

la libertad y voluntad

para poder escoger

entre lo bueno y lo malo

entre el odiar y el querer



concreta más que bien lo que supone reconocer que tenemos libertad, sí, para escoger lo que queramos pero que nos conviene hacerlo con aquello que Dios quiere para nosotros.


También tenemos ejemplos de comprensión de lo que supone, para un discípulo de Cristo, la Cruz sobre la que murió nuestro hermano y Padre Dios hecho hombre. Lo dice en el poema de título “La Cruz”. Y es esto, mirando a Cristo en ella colgado:



Mirándolo he pensado:

inclinaste tu cabeza

para levantar la mía,

tienes los ojos cerrados

para que los míos vean,

extendidos están tus brazos

abiertos de par en par

dándole cobijo a todos

nadie fuera ha de quedar;

clavadas tienes las manos

dejando libres las mías

para tenderlas a otros

haciendo las tuyas mías.



Ciertamente, esta colección de poemas católicos, nos pueden, muy bien, servir, para recordarnos lo que somos y para que no olvidemos, por tanto, que para ser hijo de Dios basta, a lo mejor, con saberlo.


Eleuterio Fernández Guzmán


Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.


Panecillo de hoy:


Desde el corazón sale el amor y las obras.


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Para leer Fe y Obras.

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