El proceso de conversión de San Ignacio se inició al leer el libro “Vida de Cristo”, así como “Flos sanctórum”. Al reflexionar sobre estas lecturas y la vida de los santos, se cuestionaba a sí mismo: "¿Y si yo hiciera lo mismo que San Francisco o que Santo Domingo?".
San Juan Pablo II señalaba que “Ignacio supo obedecer cuando, en pleno restablecimiento de sus heridas, la voz de Dios resonó con fuerza en su corazón. Fue sensible a la inspiración del Espíritu Santo".
"Ad Majorem Dei Gloriam", que quiere decir en latín "Para mayor gloria de Dios" era el lema con que más se le identifica al santo, así como “Ruégale a Dios por todos los que como tú deseamos extender el Reino de Cristo, y hacer amar más a nuestro Divino Salvador”.
Una de las grandes obras dejadas por San Ignacio es el libro “Ejercicios espirituales”. El Papa Pío XI indicó en una oportunidad que el método ignaciano de oración "guía al hombre por el camino de la propia abnegación y del dominio de los malos hábitos a las más altas cumbres de la contemplación y el amor divino".
El Papa Francisco, el primer Pontífice jesuita en la historia de la Iglesia, al celebrar la fiesta de su fundador en el 2013 reflexionó y recordó a sus hermanos de la Compañía el lema que los identifica "Iesus Hominum Salvator", que los llama a tener siempre como centro a Cristo y a la Iglesia, a quienes deben servir.
San Ignacio falleció el 31 de julio de 1556. El Papa Paulo V lo beatificó el 27 de julio de 1609 y fue canonizado por el Papa Gregorio XV el 22 de mayo de 1622. En la ciudad de Roma (Italia), se veneran los restos del santo en la Iglesia del Gesù.
Para leer más de la vida y obras de este Santo que supo vivir con profunda fe, confianza en la voluntad de Dios y comprometido con el Evangelio, ingrese a: http://bit.ly/1qq2JxY
Publicar un comentario