“Una sociedad sin madres sería una sociedad deshumana, porque las madres siempre saben testimoniar incluso en los peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral”, dijo Francisco durante la catequesis.
El Pontífice explicó que “las madres a menudo transmiten también el sentido más profundo de la práctica religiosa” porque “en las primeras oraciones, en los primeros gestos de devoción que un niño aprende, se inscribe el valor de la fe en la vida de un ser humano”.
Este “mensaje” es “la semilla de la fe” que “está en esos primeros, preciosísimos momentos”.
“Sin las madres, no sólo no habría nuevos fieles, sino que la fe perdería buena parte de su calor sencillo y profundo”, dijo el Papa, para invitar también a ver que “no somos huérfanos, somos hijos de la Iglesia, somos hijos de la Virgen y somos hijos de nuestras madres”.
El Pontífice habló de nuevo de la familia en la catequesis de hoy, que dedicó especialmente a las madres, ya que, como anunció hace algunas semanas, durante estos meses tratará este tema como antesala al Sínodo Ordinario de la Familia del próximo octubre.
Durante la Audiencia, Francisco citó al Arzobispo de El Salvador, Mons. Oscar Arnulfo Romero -asesinado en 1980-, quien dijo que “las madres viven un ‘martirio materno’”. Se trata de “una entrega total, sin aspavientos, en el silencio, la oración, el cumplimiento del deber. Ir dando la vida poco a poco como hace una madre por su hijo”.
Ser madre “es también una elección de vida” que es la de “dar vida”, dijo el Papa. Para añadir: “esto es grande, esto es bello”.
En ese sentido, recordó que ante todo la Iglesia es Madre. “En la familia está la madre. Toda persona humana debe la vida a una madre y casi siempre debe a ella mucho de la propia existencia sucesiva, de la formación humana y espiritual”.
Por ello, lamentó que muchas veces no se le dé la importancia que le corresponde. “Es poco escuchada y poco ayudada en la vida cotidiana, poco considerada en su rol central en la sociedad”, señaló, e incluso “a menudo se aprovecha de la disponibilidad de las madres a sacrificarse por los hijos para ‘ahorrar’ en los gastos sociales”.
Para el Papa, “también en la comunidad cristiana la madre no es siempre justamente valorada, es poco escuchada”. Aunque “al centro de la vida de la Iglesia está la Madre de Jesús”.
El Santo Padre dijo que “sería necesario comprender más su lucha cotidiana para ser eficientes en el trabajo y atentas y afectuosas en familia; sería necesario entender mejor a qué aspiran para expresar los frutos mejores y auténticos de su emancipación”.
“Una madre con los hijos tiene siempre problemas, siempre trabajo. Yo recuerdo en casa, éramos cinco y mientras uno hacía ‘una’, el otro pensaba en hacer ‘otra’ y la pobre mamá iba de un lado para el otro. Pero era feliz. Nos ha dado tanto”.
El Papa indicó que “las madres son el antídoto más fuerte a la difusión del individualismo egoísta” ya que ‘individuo’ quiere decir ‘que no puede ser dividido’”. Pero “las madres, en cambio, se ‘dividen’, ellas, desde cuando acogen un hijo para darlo al mundo y hacerlo crecer”.
En ese sentido, dijo que muchas veces piensa en las madres cuyos hijos han muerto en la guerra. “Muchas veces he pensado en aquellas madres cuando han recibido la carta: ‘Le digo que su hijo ha caído en defensa de la patria…’. ¡Pobres mujeres, cómo sufre una madre! Son ellas quienes testimonian la belleza de la vida”, expresó.
Francisco dio gracias a todas las madres y pidió dar un aplauso a todas las que se encontraban en el Aula Pablo VI. Después, el Pontífice recordó el 70 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz y saludó especialmente a los fieles alemanes y polacos.
A las parejas de recién casados les volvió a decir que son valientes “¡porque se necesita valentía para casarse!” y, por último, dio las gracias a los artistas circenses del Golden Circus de Liana Orfei, que hicieron un breve espectáculo en la Audiencia.
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