FE Y RAZÓN | Por Luis-Fernando VALDÉS |
La Santa Sede publicó un documento sobre la cremación de los cadáveres, que ha causado cierta confusión entre los fieles sobre la supuesta prohibición de la incineración. ¿Qué dice realmente la Iglesia? ¿Qué hay de fondo?
1. Los malentendidos. La reciente publicación de la Instrucción Ad resurgendum cum Christo, por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, generó algunas noticias internacionales que ponían el énfasis en las prohibiciones respecto al uso de las cenizas de los difuntos.
En algunos casos, la manera de presentar la noticia ha producido confusión, pues sin atender al contenido del documento, se dice que la Iglesia rechaza la cremación de los cadáveres. Este fue el caso del periódico argentino “Nuevo diario”, que tituló: “El papa Francisco aprobó la instrucción que prohíbe la cremación” (25 oct. 2016)
2. ¿Por qué se publicó esta Instrucción? El documento responde a una situación actual que ha producido confusión entre los fieles católicos. Como cremación de los difuntos se ha convertido en una práctica habitual, “también se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la Iglesia” (n. 1).
En concreto, lo que está en juego es que no se pierda de vista un verdad central de la fe católica: la resurrección de los muertos, al final de los tiempos. A esta verdad se oponen “actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte” (n. 1).
Convertir un cadáver en cenizas puede dar pie considerar equivocadamente la muerte. Por ejemplo, si piensa que la muerte es: a) la anulación definitiva de la persona, b) un momento de fusión con la Madre naturaleza o con el universo, c) una etapa en el proceso de re-encarnación, o d) la liberación definitiva de la “prisión” del cuerpo (cfr. n. 3).
3. ¿Qué dice sobre la cremación? Lo primero que la Instrucción vaticana dice sobre la cremación es que nunca ha estado prohibida a los fieles católicos, porque “no es contraria a ninguna verdad natural o sobrenatural” (cfr. n. 1).
El documento recuerda que la Iglesia “sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos” (n. 4), porque de esta manera se expresa mejor “la compasión y el respeto debido a los cuerpos de los fieles difuntos” y, además, se favorece “el recuerdo y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana, y la veneración de los mártires y santos” (cfr. n. 3).
A la vez, la Instrucción afirma que no hay razones teológicas para negar la cremación, cuando por “razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto” (n. 4).
4. ¿Qué es lo que se prohíbe? Como ya dijimos, el documento busca que los fieles católicos eviten prácticas que manifiesten ideas erróneas sobre la muerte y, por eso, da las siguientes indicaciones : a) conservar las cenizas en un lugar sagrado (cementerio o iglesia); b) no se permite conservar las cenizas en el hogar; c) tampoco se permite repartirlas entre los familiares; d) se prohíbe la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, y e) se prohíbe la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos (cfr, n. 5-7).
Más allá de indicaciones o prohibiciones, esta instrucción nos recuerda que los creyentes tenemos una gran esperanza que nos ayuda a sobrellevar la muerte: la certeza de que nuestros cuerpos volverán a la vida. La muerte no es para siempre.
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