El Papa no puede ser hereje (III parte)








Ahora bien, si aplicáramos las prerrogativas papales sólo a los Papas virtuosos, entonces entraríamos en una contradicción lógica. Me explico, ya dediqué otro post el camino ordinario por el que se conserva el Depósito de la Fe en la Iglesia, desde las instancias más pequeñas a las más altas: párroco, obispo, congregaciones romanas, Sumo Pontífice. Obvio otras estructuras sinodales por simplificar. Si el Papa es la salvaguarda última del Depósito de la Fe en la estructura eclesial, no podemos decir: en el caso de que el Papa no sea virtuoso (o prudente o lo que cualquier otra cosa) entonces no constituye esa salvaguarda última.
Eso es una contradicción, porque no puede ser que él constituya sobre la tierra el criterio último de verdad cuando los obispos se dividan, pero que eso quede supeditado al criterio mío que le juzga si es portador o no de esa prerrogativa. Claramente, eso es una contradicción. Ya que el Vicario de Cristo juzgaría sobre las cuestiones, pero cualquiera juzgaría si se somete a él o no. El mismo Papa que juzga quedaría sometido a juicio. Desde un punto de vista meramente lógico entraríamos en un círculo vicioso.
Así que, al menos, debemos movernos en el terreno de los mínimos. Sabiendo que la estructura lógica de la Iglesia ha sido magistralmente ideada por la Trinidad. El Santo Padre no puede proclamar como verdad el error a toda la Iglesia. No lo ha hecho, no lo va a hacer y no lo puede hacer. Aquí se aplica a los cristianos zarandeados por tantos blogs, otro tópico muy británico: Keep calm and carry on.

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