Hace un siglo: protesta papal por la legislación mexicana antirreligiosa de 1917

Hurgando los Archivos Vaticanos

benedicto xv EDIT

Guillermo Dellamary Toral

La Constitución Mexicana de 1917, superando con creces el anticlericalismo decimonónico, consignó en los artículos 3º, 5º, 24, 27, pero sobre todo en el 130, un tinte antirreligioso tan radical para una nación compuesta por una abrumadora mayoría católica, que la reacción adversa de los obispos debió recibir el apoyo del Papa, Benedicto XV en ese momento, el cual les hizo llegar la Carta Exploratum vobis, cuyo texto, traducido, se ofrece a continuación.

Os es bien conocido, y no por un solo caso, que las desgracias que por tanto largo tiempo os han afligido a causa de los trastornos y agitaciones de los negocios públicos, Nos han conturbado en lo pasado, y todavía Nos conturban grandemente; y no ignoráis cuán profundamente sentimos vuestras penas y amarguras, aun cuando Nos hallamos tan lejanos de vosotros. Y si, Venerables Hermanos, Nos dirigimos hoy a vosotros por medio de esta comunicación, débese a vuestra protesta recientemente publicada, después de que se promulgó en Querétaro, el 5 de febrero del corriente año, la nueva Constitución de los Estados Unidos Mejicanos. Hemos examinado lo que habéis escrito después de haber llegado a un común acuerdo, y lo hemos pesado cuidadosamente a causa de la importancia de este asunto; y de esa declaración, en un grado tal como lo esperábamos, hemos visto irradiar no sólo vuestro ardiente celo en defensa de los divinos privilegios de la Iglesia y el fervor con que procuráis por la protección de la fe de vuestro pueblo, —fervor mayor mientras mayores son vuestras torturas—, sino también, finalmente, ese amor a vuestra tierra nativa, tan profundamente arraigado entre vosotros. Decís, con razón, que la prosperidad de vuestro suelo natal no puede separarse de la reverencia debida a la religión de vuestros mayores. Mas, si vuestra protesta se apoya firmemente sobre estas consideraciones, muy ampliamente capaces de prueba satisfactoria, también debemos reconocer que existen muchas causas graves para dicha protesta, ya que por algunos capítulos de la nueva ley se desconoces los sagrados privilegios de la Iglesia, mientras que en otros se les ataca gravemente.

Sabed, pues, que, al haber protestado, firmemente conscientes de vuestras obligaciones, contra la injuria sin precedente que la Iglesia ha sufrido, y contra los daños y agravios infligidos a la comunidad católica, habéis cumplido con vuestro deber, como corresponde a vuestro oficio pastoral y de una manera que plenamente merece Nuestra alabanza.

Sirva, además, de consuelo para vosotros el saber que tenéis Nuestra compañía en vuestra aflicción y vuestras perturbaciones; que sois objeto muy peculiar de nuestro amor paternal y que nada omitiremos de aquello que pueda servir para ayudaros.

Os exhortamos, Venerables Hermanos, si acaso la exhortación fuera necesario, a permanecer imbuidos con el espíritu de nuestro benignísimo Príncipe de los pastores, Jesucristo, para que, venciendo el mal con el bien, podáis conservar esa longanimidad y esa constancia y paciencia de espíritu a que tenéis que recurrir, sobre todo en los tiempos actuales. Ya que desde un principio habéis procurado que, con la restauración de la fe católica a su estado anterior, se fortalezcan de nuevo la paz de los ciudadanos y la santidad de la vida social, debéis ofrecer a Dios en sacrificio estos sufrimientos y amarguras que valientemente sufrís, para que la misericordia que esperáis os sea concedida más pronto. Y no os faltara la Santísima Madre de Dios, quien, desde su Santuario de Guadalupe, vele por el pueblo mejicano. Hoy como antes, y no una vez tan sólo, se revela como la patrona siempre presente de vuestro pueblo; y no os quepa la menor duda de que muy pronto prestará importante ayuda en esta situación aflictiva de vuestros asuntos.

Inmediatamente, Nosotros mismos nos acercaremos con vosotros al Santuario de esa Virgen en oración incesante. Además, Venerables Hermanos, tenemos el placer de informaros, para que este acto tenga especial significación, que el doce de diciembre, día en que acostumbráis celebrar la fiesta de la Virgen María de Guadalupe, será dedicado por Nos para devoción especial, no sólo en honor de Ella, a quien rendís particular veneración, sino también por el bienestar del pueblo mejicano, que tanto amamos. Por consiguiente, hemos decidido que se anuncie esto a los fieles de vuestras respectivas diócesis, para que en dicho día, uniendo sus súplicas a las nuestras, puedan obtener para su tierra natal, hoy tan perturbada, los beneficios de la paz y de la tranquilidad.

Y Nos, impartimos solemnemente, a vosotros, Venerables Hermanos, y a todo el pueblo y el clero a cargo, respectivamente, de cada uno de vosotros, nuestra Bendición Apostólica, como testimonio de lo que os comunicamos en esta carta y como prenda de nuestro afecto paternal.

Dada en Roma, en San Pedro, el décimo quinto día de junio, en la festividad del Sagrado Corazón de Jesús, en el año de Nuestro Señor de 1917, tercero de nuestro pontificado.

BENEDICTO XV

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