La joven de 24 años compartió su historia durante la presentación de la campaña “Libres ante el terror” de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada en España (ACN), cuyo objetivo es ayudar a las víctimas de Boko Haram.
Antes del ataque de los extremistas, ella residía en la localidad de Baga, en el norte del país, junto con su esposo y sus dos hijos Zacarías y Jonatán, que tenían tres y un año de edad, respectivamente.
Huyeron cuando se enteraron que los terroristas venían, pero ella no podía correr rápido porque estaba embarazada de su tercer hijo. Entonces decidieron separarse para que su esposo se escondiera, porque los terroristas suelen asesinar a los hombres. Rebeca se llevó a los dos niños, pero los tres fueron capturados.
La mujer contó que los terroristas obligaron a las cristianas secuestradas a realizar trabajos forzados y las convirtieron en esclavas sexuales.
También las hacían rezar cinco veces al día las plegarias musulmanas. Sin embargo, ella en su interior oraba: “En el nombre de Jesús” o “Te quiero, Señor Jesús”.
“Cuando gritaban Allah Akbar, yo rezaba en mi interior: ‘Jesús sálvame’”, expresó y dijo que en las ocasiones en que la obligaban a recitar el masbaha, un objeto que usan los musulmanes y que es similar a un rosario, ella pasaba las cuentas mientras recitaba un avemaría.
Debido a que Rebeca no quería ser abusada por los terroristas ni renegar de su fe, estos la golpeaban y así perdió al bebé que llevaba en su vientre. Incluso le arrebataron a su hijo Jonatán y lo lanzaron a un lago, donde murió ahogado.
Producto de las violaciones de los yihadistas quedó embarazada y tuvo que dar a luz sola.
Un día los soldados nigerianos llegaron al lugar donde estaban las mujeres secuestradas. Mientras los terroristas de Boko Haram se las llevaban, ella logró escapar con su hijo Zacarías y el recién nacido.
Rebeca indicó a ACN que estuvo perdida durante varias semanas y que no podía comer. Finalmente logró encontrarse con su esposo, quien aceptó al nuevo bebé en su familia. Ambos lo llevaron a bautizar y lo llamaron Cristóbal.
Actualmente esta joven madre de familia vive con su familia en un campo de refugiados en la ciudad de Maiduguri y recibe ayuda de la Iglesia Católica. A pesar de todo, afirma: “He perdonado a los terroristas”.
La joven nigeriana estuvo acompañada por el P. Innocent Zambua, quien indicó que en la diócesis de Maiduguri “hemos registrado unas 100.000 personas desplazadas, 300 iglesias quemadas, y 25 escuelas, tres centros de salud y tres conventos destruidos”.
Por su parte, el director de ACN en España, Javier Menéndez Ros, destacó la labor de la Iglesia para ayudar a las víctimas y refugiados.
“Los obispos del norte de Nigeria están ayudando a todos, sin ellos la herida sería mayor. Nigeria es el país más mortífero para los cristianos. No queremos dejarles solos”, manifestó.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 21 de abril de 2015
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