Hace unos días los medios de comunicación informaron que el científico chino He Jiankui modificó los embriones de siete parejas.
Según Jiankui este mes habrían nacido dos bebés gemelas; sin embargo, ninguna fuente externa ha confirmado este anuncio, señaló Associated Press.
Jiankui afirmó que su objetivo fue manipular los embriones para darles la capacidad de resistir el VIH al deshabilitar el gen CCR5, que permite que el retrovirus ingrese a las células.
El investigador indica haber utilizado una tecnología conocida como CRISPR-Cas9 para editar secciones del genoma humano y realizar el procedimiento en humanos embrionarios. La tecnología, que selectivamente “corta” las áreas del genoma y lo reemplaza con cadenas del ADN deseado, se ha utilizado previamente en humanos adultos y otras especies.
La tecnología CRISPR-Cas9 se ha utilizado únicamente para tratar enfermedades mortales en adultos y se han realizado pocos experimentos en animales.
Aunque algunos científicos han elogiado el objetivo de Jiankui de eliminar el VIH, otros advirtieron que su experimentación humana es arriesgada y poco ética.
El Dr. Kiran Musunuru, un experto en edición genética en humanos de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), calificó el procedimiento como “un experimento con seres humanos que no es moral ni éticamente defendible”, según Associated Press.
Musunuru señaló que si el procedimiento deshabilita con éxito el gen CCR5, dejaría a la persona en mayor riesgo de otras complicaciones médicas como contraer el virus del Nilo Occidental y morir de gripe.
Los críticos también cuestionaron si las parejas participantes entendieron completamente lo que estaban acordando, y notaron que el científico chino no dio aviso oficial de su trabajo hasta mucho después de que comenzó.
Jiankui, sin embargo, asegura que advirtió a los participantes que el procedimiento era experimental y conllevaba riesgos, pero que proporcionaría un seguro para los niños creados con el proyecto. El investigador dijo que la tecnología podría ayudar a las familias y que es su deber desarrollarla y luego dejar que la sociedad decida qué hacer con ella.
A principios de 2017, CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– habló con John DiCamillo, un especialista en ética del National Catholic Bioethics Center, sobre la ética que rodea, en general, a la tecnología CRISPR. Destacó que los católicos no necesitan considerar automáticamente que la edición de genes sea problemática, sino que “deben estar atentos a los peligros”.
DiCamillo afirmó que la edición de genes puede ser moralmente legítima cuando se usa para “un propósito terapéutico directo para un paciente en cuestión y si estamos seguros de que vamos a limitar los cambios a esta persona”. Por ejemplo, señaló los ensayos de terapia génica para tratar el cáncer.
Sin embargo, aseguró que la edición de espermatozoides, óvulos o embriones tempranos presenta serias preocupaciones.
La manipulación de los espermatozoides y los óvulos requiere extraerlos del cuerpo de una persona; si se logra la concepción con estas células, casi siempre es a través de métodos in vitro. La Iglesia sostiene que la práctica de la fertilización in vitro es éticamente inaceptable porque disocia la procreación del contexto integralmente personal del acto conyugal.
Además, para que la investigación sobre los embriones sea ética, las terapias deben ordenarse para tratar y beneficiar “a ese embrión en particular, no solo para obtener conocimiento científico o para ver qué va a pasar”, dijo DiCamillo.
Además, condenó las políticas que consideran la destrucción de seres humanos embrionarios como un respaldo por si la investigación no se desarrolla según lo planeado, así como las políticas actuales de los Estados Unidos que requieren la destrucción de embriones humanos como un procedimiento estándar.
Otro problema potencial es la edición de genes por razones no médicas, por ejemplo, para mejorar la visión o la inteligencia.
“Hay muchas cosas que podríamos hacer para cambiar las cualidades de los seres humanos y hacerlos, en cierto sentido, superhumanos. Esto es algo que también sería un problema ético en el horizonte”, advirtió.
Dado que la tecnología es tan nueva, los pacientes o sus descendientes podrían experimentar una variedad de “efectos secundarios no intencionados, quizás dañinos, que ahora pueden transmitirse, heredados por otros individuos más adelante”, dijo DiCamillo. Un embrión que experimenta modificación genética, como los que el investigador chino afirma haber alterado, también podría transmitir genes editados.
El año pasado investigadores en Oregon anunciaron que habían alterado con éxito los genes en un embrión humano por primera vez en los Estados Unidos.
El P. Tadeusz Pacholczyk, doctor en neurociencia y director de educación del Centro Nacional Católico de Bioética (NCBC), en Filadeldia, advirtió en ese momento que el experimento era contrario a la dignidad de la persona humana.
“El uso de tecnologías de modificación genética en embriones impone un riesgo significativo para el embrión, simplemente en términos de los propios procedimientos mecánicos, los numerosos pasos de manipulación implicados y los riesgos de posibles cambios genéticos ‘apartados del objetivo’ que podrían esperarse razonablemente”, agregó el P. Pacholzyck.
“El permiso para la investigación sobre modificación genética –continuó el experto– abrirá las compuertas para una mayor subyugación de seres humanos embrionarios vulnerables, individuos en las etapas más tempranas de su existencia que serán creados en entornos inadecuados, manipulados, maltratados y que a menudo terminarán pereciendo como parte del experimento”.
El sacerdote recordó que “los seres humanos tienen derecho a ser traídos al mundo no en el mundo frío e impersonal de la cristalería de laboratorio, sino exclusivamente en el amoroso abrazo corporal de sus padres”.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.
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