En un mensaje a los participantes en el congreso "¿Dios ya no vive aquí? Cesión de lugares de culto y gestión integrada de los bienes culturales eclesiásticos", que se realiza el 29 y 30 de noviembre en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, el Santo Padre aseguró que “la cesión no debe ser la primera y la única solución en la que pensar, ni jamás debe llevarse a cabo con escándalo de fieles. En el caso de que fuera necesario, debería incluirse a tiempo en la programación pastoral ordinaria, ir precedida de una información adecuada y ser lo más posible compartida”.
El congreso es organizado por el Consejo Pontificio para la Cultura, junto con la Pontificia Universidad Gregoriana y la Conferencia Episcopal Italiana.
En su mensaje, el Papa señaló que los bienes culturales de la Iglesia “son testigos de la fe de la comunidad que los ha producido a lo largo de los siglos y, por este motivo, son a su manera instrumentos de evangelización que se añaden a los instrumentos ordinarios del anuncio, de la predicación y de la catequesis”.
“Pero esta elocuencia original suya puede conservarse incluso cuando ya no se usan en la vida ordinaria del pueblo de Dios, en particular a través de una adecuada exposición museística, que no los considere solo documentos de la historia del arte, sino que les devuelva casi una nueva vida para que puedan continuar desempeñando una misión eclesial”.
El Santo Padre indicó luego que “la constatación de que muchas iglesias, necesarias hasta hace algunos años, ahora ya no lo son, debido a la falta de fieles y del clero, o a una distribución diferente de la población en las ciudades y en las áreas rurales, debe ser vista en la Iglesia no con ansiedad, sino como un signo de los tiempos que nos invita a la reflexión y nos obliga a adaptarnos”.
“Es lo que de alguna manera afirma la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium cuando, sosteniendo la superioridad del tiempo sobre el espacio, declara que ‘El tiempo rige los espacios, los ilumina y los transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento, sin caminos de retorno’”, dijo.
Recordando el martirio de San Lorenzo, que al recibir la orden del tirano de entregar los tesoros de la Iglesia presentó a los pobres que esta atendía, el Santo Padre destacó que “la iconografía sagrada a menudo ha interpretado esta tradición mostrando a San Lorenzo en el acto de vender los preciosos objetos de culto y de distribuir las ganancias conseguidas a los pobres”.
“Esto constituye una enseñanza eclesial constante que, si bien inculca el deber de protección y conservación de los bienes de la Iglesia, y en particular de los bienes culturales , declara que no tienen un valor absoluto, sino que en caso de necesidad deben servir al mayor bien del ser humano y especialmente al servicio de los pobres”.
Si bien este evento “dará sugerencias e indicará líneas de acción”, el Santo Padre precisó que “las decisiones concretas y últimas tocan a los obispos”.
“A ellos les recomiendo encarecidamente que cada decisión sea el resultado de una reflexión coral llevada a cabo dentro de la comunidad cristiana y en diálogo con la comunidad civil”, expresó.
“La construcción de una iglesia o su nuevo destino no son operaciones que pueden tratarse solamente desde un punto de vista técnico o económico, sino que deben evaluarse según el espíritu de profecía: a través de ellas, en efecto, pasa el testimonio de la fe de la Iglesia, que recibe y valoriza la presencia de su Señor en la historia”, dijo.
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