Evangelio según san Lucas (14,1.7-14).
Un sábado, Jesús fue a comer a casa de uno de los jefes de los fariseos. Ellos le estaban acechando. Notando como los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola.
“Cuando alguien te invite a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya invitado a otro más distinguido que tú y, viniendo el que te invitó a ti y a él, te diga: ‘Deja el sitio a éste’, y tengas que ir, avergonzado, a sentarte en el último puesto. Al contrario, cuando te inviten, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, siéntate en un lugar más digno’. Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo en la mesa. Porque todo el que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado”.
Luego dijo al que lo había invitado: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensado. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos”.
Cultura Bíblica
¿Jesús estaba en contra de lo políticamente correcto?
A la luz del Evangelio de hoy ¿podríamos decir que las estrategias de Jesús eran contraculturales? A lo largo del camino del Señor a Jerusalén más de una vez Jesús y sus discípulos mostraron tener criterios diferentes para afrontar la vida y a la sociedad. Un día que no los quisieron recibir en una aldea samaritana, Santiago y Juan habían propuesto al Señor hacer bajar fuego del cielo sobre ellos, el Señor al contrario los reprendió y les indicó que debían ir a otro pueblo (cfr. Lc 9,51-56).
En otra ocasión los discípulos habían discutido sobre quién de ellos era el más importante, Jesús puso en medio a un niño y les dijo que quien quisiera ser el más importante se hiciera como ese niño (cfr. Mt 18,1-4).
Con más claridad todavía les dijo que todo aquel que quisiera ganar su vida la perdería, pero el que la perdiera por el Reino de los cielos la ganaría. Todas estas formas de ser de Jesús y que también se convirtieron en enseñanza para los suyos nos muestra que los criterios de Jesús son bastante contraculturales, es decir que no se ceñían a los patrones de comportamiento de sus contemporáneos.
En particular el día de hoy Jesús les enseña a los suyos a escoger los últimos sitios en un banquete, simplemente como estrategia y si su sitio, de acuerdo a quienes lo habían invitado, debía estar más adelante entonces, ellos mismos se encargarían de invitarlo a pasar más adelante. Comúnmente oímos entre nosotros que “hay que saberse dar su lugar” y tal vez esta recomendación de Jesús contradiga este principio de comportamiento social.
Entonces, ¿cómo debe resolver un cristiano su necesidad de estatus social?, ¿Jesús se habrá obstinado en querernos siempre al último y al final?
La clave de interpretación de la estrategia que propone el Señor se encuentra al final del discurso: “todo el que se ensalce a sí mismo será humillado y todo el que se humille será enaltecido”.
Este principio, está ya enunciado en algunos profetas del Antiguo Testamento: “Dios abaja los ojos altaneros” (Is 5,15), Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes (Sl 138,6). La enseñanza sobre los banquetes, entonces sería una aplicación de algo que ya se había enseñado en la Antigua Alianza, pero que no resultaba práctica común entre los judíos de la época del Señor Jesús.
Para concluir, sí sería justo decir que muchas de las enseñanzas que Nuestro Señor dio a sus discípulos y a nosotros son en buena medida contraculturales.
Lee: 4 lecciones de Santa Mónica y San Agustín
Publicar un comentario