El galardón será otorgado por el diario español El Correo por “su forma de ser y estar en la vida, por su sentido de la humildad, bondad y fortaleza”.
En una entrevista el sacerdote animó a los jóvenes a responder a la vocación, a amar “al nuevo país y a sus habitantes hasta que duela”.
Según las Obras Misionales Pontificias (OMP), el P. Andrés lleva más de 70 años en las misiones y medio siglo viviendo en Taiwán, además es el único sacerdote extranjero ordenado en China.
Nació el 3 de octubre de 1917 y siempre oyó hablar de las misiones en el colegio de los jesuitas al que acudía en la provincia de Vigo (España). Antes de terminar la carrera de Medicina se planteó si Jesucristo le querría en la vida matrimonial o en la vida misionera en la Compañía de Jesús. En en unos ejercicios espirituales vio claro que la vida misionera era la vocación que el Señor quería para él.
Con 30 años, en 1947 el P. Andrés Díaz llegó a China. Según relató, “el mes de octubre de 1948 fue un momento importante. Mao Tse-Tung estaba próximo a Pekín. La preocupación abrumaba a la gente; la llegada de las tropas de Mao era cuestión de semanas. Probablemente muchos no se daban cuenta de lo que se les venía encima; yo, por mi experiencia de nuestra guerra [guerra civil española] y por mi edad, viví aquel día intensamente”.
“La caída del Frente Norte provocó que los superiores nos mandasen a Shanghai para continuar nuestros estudios. Vivir tres años con los comunistas no fue fácil, pero la Gracia de Dios ayuda siempre”, aseguró.
En 1952 el rector del seminario en China le comunicó que “habían decidido que todos los escolares extranjeros salieran de China. Esto provocó que nuestra ordenación sacerdotal se adelantara y esto dulcificó un poco la situación".
"El día 16 de abril de 1952 fuimos ordenados 11 chinos y 8 extranjeros y fue la última ordenación con extranjeros en la China continental. La celebración la presidió el Obispo de Shaghai, Ignatius Gong Pinmei, que después pasaría 20 años en la cárcel y sería creado cardenal 'in pectore', siendo prisionero, por Juan Pablo II”, relató.
Según explica, tras esa salida precipitada “China desapareció de mi vida y entraron otros inesperados nombres geográficos: Manila (1952-1961); Timor Leste, (1961-1969); Taiwán (desde 1969)”.
Además recordó unas palabras de San Pablo: “Para los que aman a Dios… TODO colabora al bien”.
“El amor incondicional, tiene que ser 'amar hasta que duela', y cuando salí de China, con los ojos mojados, dejar aquellos hermanos y hermanas, aquella querida tierra… dolió, ¡vaya si dolió! Hasta que sin olvidar el pasado me enamoré de Filipinas y sus habitantes, y pasé entre ellos nueve años inolvidables”, precisó a OMP.
Tras China y Filipinas, en 1961 fue enviado a Timor Leste, que entonces era portugués, como rector del Seminario de Nossa Senhora de Fátima, en la ciudad de Dili.
“Ni siquiera era capaz de localizar ese país en un mapa. Y mis ojos volvieron a humedecerse al tener que despedirme de mis alumnos filipinos. Pero volví a enamorarme otra vez de Timor y sus habitantes”, explicó.
Allí pasó ocho años hasta que fue enviado a la isla de Taiwán. Allí asumió la cátedra de Deontología en la universidad y un curso de lengua latina en las facultades de Derecho y de Lingüística. “En Taiwán, mi apostolado no solo fue la enseñanza sino también el cuidado de la salud, que sigo ejerciendo en mis visitas a los misioneros enfermos y a católicos y no católicos en los hospitales”, explicó.
Además animó a responder a la vocación porque “después de 70 años de misionero en cuatro países diferentes, mi consejo a quien tenga vocación misionera y esté dispuesto a irse a la misión es que 'ame al nuevo país y sus habitantes hasta que duela'. En mi vida he pasado por 5 naciones, 4 en el hemisferio norte y una en el hemisferio sur, y siempre me he sentido en casa”.
El P. Andrés Díaz recibió la Cruz Oficial de la Orden de Isabel la Católica en el año 2000, la Medalla de Bronce de Galicia en el año 2001, fue distinguido por el Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España en el año 2014. En el año 2017 fue el primer extranjero que recibió la nacionalidad de Taiwán.
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