La asignatura pendiente de la educación chilena

Por Luis Gómez A.

“Todo papá que tiene un niño con Necesidades Especiales sabe lo que es golpear puertas”, dice Izumi Kishido. “Mi hijo tiene un problema de base genética con rasgos de autismo y lo más ventajoso sería estar integrado con niños neurotípicos (término utilizado en lugar de “normal”, que se considera inapropiado). Pero en Chile es algo que prácticamente no existe. La gente desconoce tanto las dificultades como las capacidades que tienen estos niños y tienden a cerrarles las puertas de la educación”, relata la madre de Tomás, que con sólo once años ya ha recorrido al menos cuatro establecimientos educacionales.


Si bien en los últimos años el tema ha cobrado importancia y muchos colegios han abierto espacios a personas con capacidades especiales, lo cierto es que sigue existiendo un vacío y muchas familias deben renunciar a una educación tradicional para ingresar a escuelas diferenciales, o derechamente abandonar el colegio y llevar el proceso educativo a casa.


“Cuando los niños son chicos es más fácil que estén integrados, pero a medida que van creciendo te das cuenta que el sistema no los incluye ni mucho menos está pensado en ellos. Acceder a un buen colegio, donde convivan con compañeros neurotípicos, es una pelea muy dura que intentan dar muchas familias”, agrega Izumi.


Para Cristián Infante, Secretario de la Vicaría de la Educación, estos niños cumplen un rol fundamental en su entorno, por lo que no sólo hay que avanzar en su aceptación, sino también en su integración e inclusión al proyecto educativo.


“En cada curso y cada colegio donde hay un compañero con necesidades especiales se produce una dinámica humana y enriquecedora. Los alumnos se acostumbran a vivir en un mundo más pluralista, donde todos somos diferentes y merecemos respeto. En la sala se forma un microcosmos de la sociedad que queremos. En cada aula se juega el modelo de sociedad que queremos construir”, afirma.


Una lucha diaria


Las Necesidades Especiales están referidas a los niños que requieren ayuda y recursos adicionales, ya sean humanos, materiales o pedagógicos, para conducir su proceso de desarrollo y aprendizaje. Por esto, cualquier persona en diferentes edades y momentos de su educación, puede integrar este grupo.


“Tomás partió yendo a jardines infantiles. Después intentamos su ingreso en colegios tradicionales, pero terminó ingresando a un colegio privado que supuestamente era enfocado en niños con necesidades especiales. Pero terminado el año escolar, a mí y a otra mamá que tenía un hijo dentro del espectro autista nos dijeron que no podíamos seguir porque el colegio no estaba preparado para atender estos casos. Después llegamos a un centro privado donde hacía ciertas clases, hasta que el año pasado nos encontramos con el Colegio Madre Tierra, que se especializa en niños con multideficit”, relata Izumi.


El Colegio Madre Tierra, de la Municipalidad de Lo Barnechea, está dirigido a alumnos con Necesidades Especiales en todos sus grados. Actualmente lo integran 82 alumnos de entre 2 y 24 años, y cuenta con un programa de intervención temprana, en que son atendidos diez bebés de menos de 2 años.


Pedro tiene 5 años y en marzo ingresará al Madre Tierra. Su mamá, María de los Ángeles, es profesora y psicopedagoga, por lo que conoce de cerca el trabajo de aula y la realidad de las familias. Por lo mismo, es clara a la hora de analizar la realidad educativa de los niños con Necesidades Especiales.


“Se tiende a mirar las dificultades que tienen los niños para asimilar ciertos conocimientos o situaciones, pero no se dice ni una palabra de las enormes capacidades que poseen. Hay niños que son muy buenos en la música y otros tienen un gran potencial en la tecnología o el arte. Son personas muchas veces más capaces que los llamados ‘normales’ y también pueden aportar desde el punto de vista cognitivo. Además, aportan con alegría, ternura y diversidad. Tenerlos en un curso genera un grupo de alumnos mucho más empático”, afirma.


María de los Ángeles pone énfasis, no obstante, en la importancia de contar con profesionales capacitados para poder satisfacer las necesidades educativas de este grupo de alumnos.


“Estamos atrasados en varios puntos. Primero en aceptar a los niños. En segundo lugar, en capacitar a los profesores y a todo el grupo de profesionales que forman parte de este proceso. Finalmente, es imprescindible que se pongan los recursos necesarios. Muchas veces los colegios tradicionales exigen que el alumno esté acompañado de un tutor personal y eso lo debe financiar cada familia. A eso súmale los gastos de fonoaudiólogo, psicólogo o cualquier otra especialidad, que también corren por cuenta de los padres. En un nivel medio alto los padres pueden entregar esto, pero, ¿qué hace el resto de las familias?”, apunta la madre de Pedro.


Un desafío de todos


El diagnóstico de María de los Ángeles es compartido por Cristian Infante. Para el Secretario de la Vicaría de la Educación, es imprescindible dar las condiciones para que integración escolar sea una realidad.


“En Chile existe una mayor conciencia de que la educación debe ser inclusiva y no segregada. Sin embargo, la inclusión no puede basarse en la buena voluntad, sino en un proyecto educativo que ponga los recursos para capacitar profesores, mejorar infraestructura y contar con especialistas. La inclusión no debe ser un concepto suelto, sino el paradigma de toda política educativa”, enfatiza.


Benjamín tiene once años –se encuentra dentro del espectro autista– y en 2012 se trasladó junto a sus padres a Houston, Estados Unidos. Ahí Benjamín encontró un trato distinto al que lo llevó a transitar por distintas alternativas académicas en Chile.


“Llevamos de la mano a nuestro hijo al colegio que le correspondía, un establecimiento público”, destaca la doctora Marcela Castillo, mamá de Benjamín. “Ahí conocían el tema del autismo, tenían expertos para adaptar el programa educativo a la realidad de mi hijo. Él tenía ciertos ramos con todos sus compañeros y otras asignaturas en salas especialmente diseñadas para alumnos con necesidades especiales, donde el proceso era mucho más personalizado y enfocado en los requerimientos de mi hijo. Vi un concepto distinto, donde la educación especial es rol del Estado y no de la familia”, subraya.


Trabajando por la integración


En Chile existen diversas fundaciones que intentan dar respuesta a las familias de niños con Necesidades Especiales, contribuyendo a desarrollar las potencialidades de autoestima, independencia e integración de estos niños.


Fundación Alter Ego: Contribuye a mejorar la calidad de vida de niños y jóvenes con parálisis cerebral o trastorno neuromotor. Cuenta con un Centro de Rehabilitación Modelo y un equipo multidisciplinario de gran nivel que busca desarrollar todas las habilidades de los niños que aquí se atienden.


Fundación Descúbreme: Su compromiso es con la discapacidad cognitiva. Busca contribuir al reconocimiento y valoración del aporte que realiza a la sociedad este grupo. Promueve modelos educacionales que garanticen la igualdad de acceso y consideren el desarrollo de sus talentos y habilidades.


Fundación Aninat: Brinda apoyo a los padres de niños con Síndrome de Down. Crea espacios para potenciar la habilidades de estos niños, asesora educacionalmente y crea instancias para hacer visibles los trabajos y contribuciones de estos niños a la sociedad.


Fuente: Comunicaciones Iglesia de Santiago

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