El valor de la amistad

Un Pastor cercano


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Alonso Jaime Covarrubias Tovar

Pastoral Familiar Diocesana


Durante seis años convivimos con el señor Obispo José Francisco González González, hoy Titular de la Diócesis de Campeche, cuyo trato como Pastor de la Iglesia se puede interpretar como el de un verdadero amigo. El valorar sus obras así lo demostró; su cansancio, si llegó a tenerlo, nunca lo externó; su agenda, siempre apretada, encontraba un espacio para participar en eventos que requerían su presencia.

Hoy, lejos de su familia y amigos, ha comenzado una nueva y difícil tarea, sobre todo por el bajo índice de católicos de aquella región del Sureste mexicano. De su labor y don de gentes fuimos testigos mi esposa y yo, ahora que lo acompañamos a la Toma de Posesión de su nueva Sede, y donde pudimos observar admirables detalles.

Acostumbramos asistir a Misa con regularidad y buscar los Oficios matutinos. Por ello, estando allá, acudimos a las iglesias cercanas de donde nos hospedábamos en la Ciudad de Campeche, y vimos que no es común, como aquí, la abundancia de fieles en el culto Eucarístico cotidiano, sino templos semivacíos en las celebraciones entre semana, aunque no comprobamos cómo sería la asistencia dominical, porque sólo estuvimos de lunes a viernes.

El día de regreso, tuvimos que dormir en la Ciudad de Mérida porque el vuelo parte de ahí, y acostumbrados a nuestra práctica diaria, nos dirigimos a templos cercanos recorriendo varias calles, para encontrarnos también con todos cerrados. Estos hechos nos permiten opinar que la misión para el nuevo Pastor en aquellas tierras será muy dura.


ANÉCDOTAS

Sin embargo, de inmediato su trato amable, a nadie pasó desapercibido, y nos alegró mucho el entusiasmo y afecto con el que fue recibido. En esa semana, al acompañarlo, sucedió un hecho digno de comentar: un día, a la hora de comer, lo cual hizo con parte del grupo, amigos y familiares que viajó desde Guadalajara, en un restaurante de la ciudad, alguien le mencionó a la mesera que él era el nuevo Obispo de Campeche, y entonces la actitud de ella cambió y se notó su nerviosismo ante la presencia del Prelado. Éste le preguntó si era casada; ella respondió que sí, y que próximamente cumpliría 25 años de matrimonio. Entonces le dijo él: “Búscame, y yo oficiaré tu Misa en la Catedral”. Como este caso se vieron muchos, muestra del tono de su labor pastoral, la cual podríamos definir como el hacer amigos a través de la sencillez.


TOMA DE POSESIÓN

“¡Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero que trae buenas noticias!” (Rom. 10,14-17). Grandes desplegados con la imagen del nuevo Obispo, aparecían junto con este mensaje, que colgaba de la mayoría de templos en Campeche; las notas de los periódicos locales hacían alusión a ese suceso del miércoles 12 de febrero. El Centro de Convenciones estaba completamente lleno para la Celebración, al mediodía, con una asistencia de más de seis mil personas que acudieron a la Toma de Posesión.


APLICACIÓN DE SUS ENSEÑANZAS

En la última Conferencia que nos tocó escucharle aquí, con esa forma tan peculiar para transmitir el mensaje, cuyo tema fue “Las tentaciones al orar”, Monseñor González nos indicaba, hablando del pecado, que éste es como el “gorrón”, que nunca llega solo, pues, por ejemplo si nos da por la gula, llegará acompañada de la ira, la lujuria, etc. Pues bien, para que él notara que sí estábamos atentos a sus palabras, muy pronto se presentó la oportunidad de decirle que su mensaje nos había quedado claro.

Y sucedió que durante las despedidas en aquella ciudad fuimos invitados por su hermana Cuquita, pero nosotros llegamos con algunos amigos que también querían saludarlo; entonces fue cuando le recordamos sus palabras al presentarlos. Le recordamos que nos había dicho que el “gorrón” nunca llega solo, y para demostrárselo le habíamos traído a dos matrimonios. Su comprensiva y animosa respuesta fue: “¡Bien hecho!”


LUCHA EN FAVOR DE LA FAMILIA

Algo que siempre nos recordó, sobre todo en su participación en los eventos organizados por la Pastoral, fue ese afán que debemos tener por conservar los valores familiares. En la vida matrimonial, los esposos, aparte de profesarse amor y fidelidad, deben fomentar la amistad; una amistad como la que nos enseñó él, que se resume en el servicio a los demás y no basada en una confianza mal entendida. Ser amigos como Cristo lo propone (Jn 15,15): “A ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre”.


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