Cuatro ínfulas a mis espaldas: mi obispo, mi primer obispo y un servidor


Hoy hemos celebrado el 25 aniversario de la restauración de la diócesis de Alcalá de Henares. Ha sido muy bonito ver a dos de los tres obispos que ha tenido la diócesis. Qué pena que un compromiso haya hecho que don Jesús Catalá no pudiera estar. Ver a los tres sentados juntos hubiera sido mucho mejor. También ha sido un acierto hacer una procesión desde el Palacio Arzobispal. Me gustaría hacer varias sugerencias:


1.  Todas las concelebraciones con más de setenta sacerdotes sería muy buena idea que comenzaran con una procesión como la de hoy. Y mejor todavía si se usara la mejor cruz procesional. En el museo también está bien, pero a las cruces procesionales les gusta que las saquen de vez en cuando.

2. Demasiada luz. La penumbra ayuda a la oración. Si quieren pueden encender todas las luces tras la consagración. Pero con tantas luces encendidas resulta inevitable que no haya un foco que te dé directamente a los ojos, como ha sido mi caso.

3. Es al clero al que hay que situar en los escaños de los canónigos. La costumbre de colocar allí a los coros, aunque muy repetida en las catedrales resulta abominable.

4. Ya que nos reunimos, dado que muchos han venido de tan lejos de la diócesis. Sería bueno que el obispado hubiera puesto unas tortillas de patata y unas coca-colas para que pudiéramos charlar un rato y vernos. Ninguna diócesis se ha arruinado por poner veinte tortillas de patatas. Eso sí, ¡¡sin cebolla!!
Me ha gustado la celebración, mucho. Pero, claro, yo preferiría algo con más boato, con más grandiosidad. Ideas no me faltan acerca de lo que yo haría, pero nunca llueve a gusto de todos. Lo que a un cura le gusta a otro le disgusta. 

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